¿Qué entendemos por dominancia mixta? Cuando, antiguamente, en las escuelas se forzaba a los zurdos a que aprendieran a escribir con la mano derecha, sin saberlo, los maestros alentaban la dominancia mixta y lo que hacían es generar un posible problema que podía afectar al aprendizaje de estos alumnos “forzados” a usar su mano no dominante.
El por qué es fácil de entender. En largo camino del desarrollo del niño se produce la lateralización, el proceso por el cual queda definido qué parte del cerebro (hemisferio izquierdo o hemisferio derecho) se convierte en dominante, y qué parte asume el papel de apoyo. Hay que recordar que el hemisferio cerebral controla la parte derecha de nuestro cuerpo, y al revés, el hemisferio derecho controla nuestra parte izquierda. Dicho de otro modo: nuestras mano, pierna, ojo y oído derecho “dependen” del hemisferio izquierdo del cerebro, y al revés.
Este proceso de lateralización es clave para la organización de nuestro cerebro. Pero ¿qué ocurre cuando algunas partes del cuerpo están dominadas por la parte izquierda del cerebro, y otras por la derecha? Podemos ser ambidiestros y ser grandes músicos, deportistas o cirujanos… Pero cuando existe un desorden en la organización, los dos lados del cerebro trabajan de forma diferente, los dos lados de nuestro cuerpo compiten. Es como una empresa con dos jefes: O están muy bien coordinados, o el funcionamiento de la empresa puede llegar a ser caótica. Los dos hemisferios deben cooperar, pero uno adquirirá el papel de dominante, marcando una preferencia por uno de los lados del cuerpo.
Es en esta situación cuando hablamos del dominio mixto. Los maestros que, de buena fe, pretendían cambiar de mano a un zurdo, estaban fomentando el dominio mixto, potenciaban el caos en detrimento de una buena organización cerebral.
Es difícil hoy encontrar a zurdos contrariados, personas zurdas que utilizan su mano derecha, por ejemplo. En cambio, se encuentran más personas zurdas que en realidad no lo son, diestro contrariados.
Alguien que tenga dominio mixto puede mostrarse emocionalmente irritable, pueden ser niños que rompen a llorar fácilmente, pueden ser distraídos, les cuesta prestar atención, son impulsivos… Características poco adecuadas, entre otras cosas, para estar en un aula escolar. Es más: uno de los problemas cuando existe una dominancia mixta se produce en el proceso de la lecto-escritura: les cuesta comprender un texto, les cuesta expresarse por escrito, se producen inversiones de letras (confunden la b por la d, por ejemplo, o la E por el 3…). Son anomalías que deben resolverse lo más pronto posible para evitar una cronificación de los problemas.
Cómo saber el dominio que tenemos
Existen algunos ejercicios fáciles que nos ayudan a determinar cuál es la parte dominante de nuestro cerebro, a partir de la acción del órgano dominante.
Por ejemplo, queremos saber cuál es nuestro ojo dominante, solo hay que observar con qué ojo miramos un microscopio, o un caleidoscopio… Saber el pie dominante puede determinarse observando con qué pie juegan a la pelota cuando ésta le llega por el centro de su cuerpo. Para conocer el oído dominante, observemos a qué oreja traslada un reloj para oír el “tic-tac” de su mecanismo. Y para saber qué mano es la dominante, observar cuál se utiliza a la hora de escribir, o con qué mano se lanza una pelota nos servirá.
Si la información que sacamos de estos ejercicios es coherente (por ejemplo, todos los órganos dominantes son los de la parte derecha), podremos concluir que el proceso de lateralización va por el buen camino y no existen problemas aparentes. Sin embargo, si la mano va por un lado, la pierna y el ojo por otro, debemos prestar atención y profundizar en la exploración para determinar si existe una dominancia mixta que puede crear problemas de aprendizaje.
Es obvio que en caso de duda es aconsejable acudir al especialista para un buen examen de su organización lateral.
Actividades a fomentar
Como en el ejemplo de la empresa, en el que deberíamos conseguir que los dos jefes se coordinen, debemos realizar acciones que fomenten que los dos hemisferios cerebrales se comuniquen y cooperen. Algo tan fácil como andar de manera que cuando tengamos adelantada la pierna izquierda sea el brazo derecho el que esté adelantado, ya contribuye a organizar nuestro cerebro. Haciendo este simple ejercicio, cruzamos la línea media cerebral y estamos forzando a los dos hemisferios cerebrales a coordinarse, a trabajar juntos haciendo cada uno la función que le corresponde.
Tocar la rodilla izquierda con la mano derecha, dibujar el símbolo del infinito o el número 8 de forma reiterada… Son otros ejercicios simples que podemos realizar.
La acción de profesionales sirve para que se programen actividades que ayuden a superar el trastorno de la dominancia mixta, además que nos ayudarán a conocer las causas de esta.En cualquier caso, salvo indicación profesional, nunca debe forzarse un cambio de órgano dominante. Debe haber orden, también, a la hora de ordenar la actividad de nuestro cerebro.