“¿Cuántos de vosotros recordáis algo de cuando teníais un año? Nadie. No aprendisteis nada, ¿verdad? ¿Y de cuando teníais dos años? ¿Tampoco nada? Nos puede parecer que como que no recordamos nada, tanto es el que hacemos antes de los tres años. Es justo el contrario: es, con diferencia, la etapa más importante que condiciona cómo será tu comportamiento, talante y carácter durante tu vida”.
El neurocientífico David Bueno nos explica que si (en excepción de vivencias puntuales) no podemos recordar el que vivimos antes de los tres años, es porque lo centre que gestiona la memoria al cerebro todavía no está bastante maduro. Lo dice en la conferencia que hace en el marco del 28*è Foro Local de Educación, en que la Diputación de Barcelona ha presentado la Red de Escuelas Cuna Municipales de la Diputación de Barcelona. Una iniciativa que apoya en la educación de los niños que justo han llegado al mundo. ¿Cómo? Con iniciativas como ofrecer recursos económicos a los centros (más de 24 millones de euros entre el 2016 y 2018) y formación a los maestros y directores.
De las muchas curiosidades que el neurólogo ha explicado sobre el órgano más misterioso del cuerpo, nos quedamos con estas 14.
1. Treinta y seis horas después de nacer los niños ya quieren aprender el más importante: las emociones. Aunque no vean bien, ya fijan su mirada en la de los cuidadores, porque es a través de la mirada que transmitimos nuestro estado emocional. Los niños tardan 24 horas más que las niñas a hacer este paso.
2. El que aprenden los niños antes de los tres años condiciona cómo será su carácter, su temperamento, como será su relación con los otros, como será su relación con el mundo del aprendizaje durante toda su vida.
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4. Hay un experimento con niños de 2 y 3 años y golosinas. El adulto dice: “Tengo que salir un momento, no tocáis las golosinas y cuando vuelva os llevaré otra”. Todos se las miran, hay quién se coge la mano (si son derechistas, se lo cogen con la izquierda), y voces como están empezando a madurar el control ejecutivo. Hay niños que se las miran, la tocan y la dejan. Hay que lo husmean la lamen y la vuelven a dejar. Cada cual tiene su ritmo. Son experiencias que se los tenemos que dar, porque tengan situaciones que los permitan madurar.
5. Las zonas del lenguaje maduran por ensayo y error y por imitación. Primero, escuchando hablar los adultos: los imitan y mientras se escuchan a ellos mismos, se comparan con los adultos y se corrigen. Este ensayo, esta repetición hace que adquieran un lenguaje. Por eso, hace falta que haya modelos. Puedes explicarle a un bebé de dos semanas que le estás cambiando los pañales, parecerá que no te entiende, pero está incorporando el lenguaje. Y cuando llegue el momento, ya hablará.
6. El cerebro de los hijos que tienen familias que hablan y que cuando ellos empiezan a hablar los escuchan madurará muy bien. Son los niños que aprenden a leer con más facilidad. Porque para leer hay que tener todo el mecanismo del lenguaje maduro. Hay familias que se relacionan con palabras aisladas: ven, suyo, come, duerme, calla, no molestes. Las zonas del lenguaje de los niños que viven en esta situación tarda mucho más a madurar, porque seguramente tampoco se los escucha cuando hablan.
7. Los dos últimos meses, el cerebro del feto ya incorpora conocimiento del exterior a través de la madre, del útero, de la placenta. Se ha visto que entre un mes y medio y dos meses antes de nacer el cerebro del feto ya incorpora el ritmo de la lengua materna. Podéis hacer el experimento: si tenéis un bebé que tenga suficiente fuerza al cuello para menear la cabeza, lo dejáis en una cuna, y en una banda ponéis un adulto que no haya sentido nunca y que hable su lengua materna, y en la otra otro desconocido que hable otro lenguaje, se girará hacia quien habla la lengua materna. Por eso, muchas veces, cuando lloran y sienten la voz de la madre o del padre, se tranquilizan, porque ya identifican el sonido. Aquellas parejas que hablan entre ellos y que su feto los ha sentido hablar, el hijo aprenderá a hablar antes, porque ya ha quemado unas etapas.
8. Las cosas bonitas que dice la pareja hacia la persona que está gestando repercuten favorablemente la integración de las redes emocionales de control del feto. Así que desde que nazca aquel hijo será más capaz de gestionar sus emociones. Cuando nos llamamos cosas bonitas el cerebro que las recibe produce la hormona de la oxitocina, que es la que dilata el canal del parto al nacimiento, estimula la producción de la leche para amamantar los hijos, y también es la hormona de la socialización. Cuando estamos en grupo, si producimos más oxitocina, las redes neuronales de socialización están más activas. La oxitocina es capaz de atravesar la placenta, llegar al cerebro del feto, y estimular las redes de relación social y de control emocional.
9. Desde que nacen hasta los tres años el cerebro una de las misiones más importantes del cerebro es adecuar la persona al lugar donde vive porque pueda sobrevivir. Tenemos el instinto de la supervivencia a todas las células. Lo adapta modificando físicamente todas las zonas de la corteza implicadas en el comportamiento: la empatía, el lenguaje, el control emocional.
10. Por eso los niños aprenden a hablar sin que nadie se los enseñe. Cuántos idiomas pueden aprender? Al cerebro le es igual, los aprende todos y de todas las maneras, y esto no produce ningún efecto secundario. Dominar varios idiomas es una ventaja brutal para el cerebro, y cuando antes se conozcan, mejor. La única diferencia es que si alguien tiene tres idiomas para aprender puede tardar algo más, pero sólo uno o dos meses más.
11. El cerebro se fija en las relaciones sociales y las incorpora a los patrones de comportamiento que se mantendrán toda la vida. Se ha visto que a los niños que viven en ambientes de alta conflictividad, el tipo de conexión que se hace en la zona de gestión emocional es ligeramente diferente de las conexiones que hacen en ambientes de relativa estabilidad. El cerebro se adapta al que encuentra. En un ambiente de alta conflictividad hay muchas amenazas, y ¿cómo respondes a una amenaza? ¿Pensando? ¿Parando y poniéndote a reflexionar? Me quieren hacer daño: ¿qué hago? ¿Pienso a quien aviso? ¿Donde me escondo? Si me pongo a pensar qué hago ya he recibido, tengo que responder impulsivamente. Por lo tanto, los niños que viven en un ambiente amenazante serán más impulsivos y menos reflexivos durante toda su vida.
12. Todo es reconducible Un aprendizaje en estas edades que sea desadaptativo (que genera conflictos) es reconducible en la niñez, en la adolescencia o en la edad adulta, porqué el cerebro es plástico y puede hacer conexiones nuevas siempre. Pero aquello que se aprende de los cero a los tres años de forma automática con unas pocas semanas, si es bastante desadaptativo, después quizás hacen falta meses o años para reconducirlo, y a veces hace falta la ayuda de un especialista: un terapeuta, un psicólogo o un psiquiatra. Por lo tanto, esta edad marca la capacidad que tendrán para razonar, reflexionar, tener más conexiones para aprender. ¿Y como las podemos activar? Ofreciéndolos estímulos (cómo por ejemplo a través del arte y la creatividad, dejándolos lápiz, barro, música), porque los trabajen ellos, porque el instinto no es que me lo den todo hecho, sino poder explorar el entorno.
13. A un niño de tres años no le puedes decir: “Si acabamos esto ahora, mañana haremos tal”. Mañana para ellos es el infinito. Saben qué quiere decir mañana, pero si he hecho la cosa bien o mal ahora, la recompensa o la amonestación tiene que ser ahora. Si decimos mañana te quedarás sin patio, el cerebro no relacionará viene la amonestación con el que es incorrecto. La capacidad de atrasar empieza a la adolescencia y acaba de madurar hacia los 34 años.
14. ¿Cómo aprenden los niños? Por imitación. Al cerebro hay las neuronas espejo, si ellos nos ven motivados, los ayudamos a motivarnos, si estamos contentos, los ayudaremos a estar contentos, si nos ven atentos por el que hacemos, lo estarán más. A lo largo de la vida, el cerebro cambia constantemente, cada día cuando vamos a dormir es necesariamente diferente de cuando nos hemos quitado.
Fuente: Catorze