Si navegáis por esta página web encontraréis información sobre el procesamiento de la información visual. Un niño, del mismo modo que aprende a caminar o a hablar, va desarrollando sus habilidades visuales, hasta el punto que aprende a ver, interpretar y comprender lo que está viendo, en un proceso que está íntimamente relacionado con el desarrollo motor. Elementos como la lateralidad, la direccionalidad, la percepción de las formas, la memoria visual o la integración viso-motora forman parte del procesamiento de la información visual. Cuando un niño ya lee, al ver las letras CASA, debe interpretarlas para darle un sentido, debe interpretar qué significan estas cuatro letras unidas, debe, en definitiva, visualizar una casa. Comprender e interpretar bien lo que se ve, permite que nuestro cuerpo reaccione de forma correcta, que nuestro cerebro dé una respuesta adecuado a la información visual que acaba de recibir.
Este proceso se desarrolla a una gran velocidad, gracias a la calidad de nuestras conexiones cerebrales. Sin embargo, a menudo se producen problemas que están relacionados con la velocidad de procesamiento de la información sensorial, incluida la visual. El procesamiento se produce de forma lenta, con lo que la reacción motora del cuerpo no es la adecuada.
La doctora norteamericana Ellen Braaten dice que “la velocidad de procesamiento implica una o más de las siguientes funciones: la cantidad de tiempo que se tarda en percibir la información (esto puede ser a través de cualquiera de los sentidos, pero generalmente a través de los canales visuales y auditivos), procesan la información y / o formulan o representan una respuesta”.
De lo que estamos hablando es de niños que no pueden dar los tiempos de respuesta esperados, especialmente durante un examen que tiene un tiempo limitado, o algún ejercicio el aula. La primera impresión que puede dar un niño con estas características es que es perezoso o apático, pero estas etiquetes suelen ser incorrectas. Los mismos niños se desempeñarán bien y muchas veces superarán las expectativas cuando se elimine el factor tiempo. Los maestros y los padres deben entender que la velocidad de procesamiento lenta no tiene nada que ver con lo inteligente que es un niño; es la rapidez con que procesan la información y cómo la usan una vez procesada.
Qué sucede durante el procesamiento
El procesamiento de la información comienza con la entrada información a través de los de los órganos sensoriales, la recepción de los estímulos físicos de su entorno (sonidos, olores, imágenes, calor) y los convierte en señales electroquímicas. Estas señales se envían al cerebro y se procesan rápidamente para que el cerebro las identifique. El filtro de atención, llamado compuerta sensorial, decide la importancia de esta información y qué hacer con ella: generar alguna reacción inmediata, guardarla un uso posterior (memoria) o si no se tiene en cuenta. Para que el cerebro procese una parte de la información, debe almacenarse y conservarse. Aquí es donde entran en juego las nociones de memoria de trabajo, memoria sensorial y memoria a largo plazo. Dependiendo de cuándo el niño necesita usar la información y cómo codifican los estímulos, determina cómo se almacenará la memoria. La recuperación de información y una respuesta conductual o cognitiva es el paso final en el procesamiento de la información.
De lo que hablamos hoy es del problema que supone cuando este proceso descrito se desarrolla con lentitud. Existen una gran cantidad de teorías sobre por qué se produce un procesamiento lento y dónde se produce la ruptura o desaceleración. La razón de la existencia de varias teorías la encontramos en el hecho que no existe una única región del cerebro que se ocupa del procesamiento. La complejidad del procesamiento de la información incluye muchas estructuras y redes dentro del cerebro, que podrían incluir una o todas estas partes.
Una velocidad de procesamiento lenta podría estar motivada por el estado emocional del niño. Cuando un niño lucha con ansiedad o depresión, el miedo al fracaso por lo general se arrastra hacia adentro. La velocidad de procesamiento de un niño puede disminuir si las emociones interfieren con la tarea en cuestión o si son inestables.
Problemas de origen auditivo o visual también pueden participar en el procesamiento lento de la información, lo que afecta la lectura, la resolución de problemas, el procesamiento de los pensamientos, la comprensión, la escritura a mano y la atención en el aula. Los niños que tienen problemas de procesamiento con sus sistemas auditivos y visuales son los más comunes porque el aprendizaje se produce principalmente a través de estos canales. Cualquier área de la información sensorial de un niño puede causar problemas de procesamiento, lo que impide que alcance su máximo potencial académico. Cuando hay una disfunción en uno de estos sistemas, el procesamiento se ralentiza y hace que el cerebro solo retenga pequeñas cantidades de información.
Si bien hay muchas teorías, cada niño es único y debe ser evaluado para una intervención específica que se ajuste a sus necesidades de procesamiento específicas. Hay, sin embargo, algunos signos comunes que pueden observarse para determinar si tienen dificultades con las velocidades de procesamiento lentas en la escuela, en casa y durante otras actividades.
Cuando hablamos de una velocidad de procesamiento lenta en un niño, necesitamos darnos cuenta de algunas cosas. Algunos de los síntomas que podemos observar son:
- No finalizar pruebas en el tiempo asignado.
- Problemas para mantenerse al día y entender las conversaciones.
- Dificultad para completar problemas matemáticos de varios pasos en el tiempo asignado.
- Dificultad para escuchar y tomar notas mientras la profesora está hablando.
- Problemas para resolver problemas matemáticos mediante el cálculo mental.
- Problemas con las tareas escritas que requieren pensamientos complejos y muchos detalles.
- Problemas para encontrar exactamente lo que se necesita en un espacio con varios objetos.
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En definitiva, un problema de velocidad de procesamiento de la información influye en el ritmo de aprendizaje. Un completo examen de procesamiento visual nos permite detectar la existencia de este tipo de problemas y a partir de aquí diseñar un programa de terapia visual que ayude a mejorar esta velocidad.