Empieza un nuevo curso escolar y muchos niños van a iniciar primero de Educación Primaria sin estar aún lateralizados.
Eso implica que el aprendizaje de la lectoescritura y las matemáticas no va a resultarles tan fácil como sería deseable. Lo ideal sería que, al iniciar Primero y el aprendizaje instrumental, los niños contaran ya con una correcta organización lateral, (de ahí nuestra insistencia en aconsejar una exploración preventiva en el último curso de Educación Infantil), pero en muchos casos no es así y los niños se ven obligados a seguir un calendario de aprendizajes no en base a su madurez, sino en base a su edad cronológica.
Ya en el primer trimestre, los maestros, especialmente los que llevan trabajando años con niños de estas edades, saben perfectamente qué niños van a aprender sin problemas y qué niños van a tener dificultades.
Recordemos que, alrededor de los 5 años, los niños tendrían que estar lateralizados, pero no siempre es así y, en el mismo grupo, hay diversidad de situaciones y distintos grados de madurez.
Lo habitual es dejar pasar el primer trimestre para no transmitir preocupación a los padres y para conceder un cierto margen de adaptación. Pero no siempre estamos delante de un problema de adaptación ni frente a situaciones que van a resolverse por si mismas y, transcurrido el primer trimestre, si la evolución no es favorable, es necesario hacer una valoración para establecer un diagnóstico y actuar lo antes posible, antes de que la situación vaya a más y tengamos que hablar de fracaso escolar en cursos posteriores.
El pasado mes de mayo, se cumplieron 500 años de la muerte del genio del Renacimiento, Leonardo da Vinci, y se han multiplicado los estudios publicados en torno a este personaje apasionante y se intentan buscar explicaciones de su genialidad.
Varios de estos estudios se han publicado con carácter divulgativo en diferentes medios, por ejemplo, el publicado por La Vanguardia, titulado “El secreto de la genialidad de Leonardo da Vinci: TDAH?” (https://www.lavanguardia.com/ciencia/20190524/462423763583/leonardo-da-vinci-tdah-secreto-creatividad.html), que hace referencia al trabajo del equipo del Dr. Marco Catani, investigador del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia del King’s College y publicado en la revista Brain (https://academic.oup.com/brain/article/142/6/1842/5492606).
Aunque con reservas, dado que no se puede diagnosticar de forma concluyente un TDA-H, los investigadores apuntan a que la falta de constancia de Leonardo, su incapacidad para concluir muchas de sus obras, el pasar de unos proyectos a otros sin concluirlos, el dedicar más tiempo del que requeriría para realizar una tarea, especialmente si no le motivaba, su inquietud, sus dificultades de sueño, podrían atribuirse a un posible TDA-H.
Probablemente, si le hubieran pasado un cuestionario de TDA-H, habría cumplido muchos de los ítems que se proponen. Pero al mismo tiempo y como ocurre en algunos niños diagnosticados de TDA-H, Leonardo era muy creativo y tenía una curiosidad infinita, aunque fuera poco constante.
El Dr. Catani concluye en su estudio que “el caso de Leonardo muestra que el TDAH no está vinculado a un coeficiente intelectual bajo o a una falta de creatividad, sino más bien con la dificultad de capitalizar talentos naturales”.
He visitado niños diagnosticados de TDAH con un CI alto y sumamente creativos y, a pesar de ello, estaban fracasando en la escuela. En este sentido, el trabajo del Dr. Catani, y utilizando sus propias palabras, puede ayudar a “cambiar algo del estigma que rodea el TDAH”.
Lo mismo cabría decir respecto a los problemas de organización lateral. Años atrás, se consideraba a Leonardo el paradigma de la “supralateralidad”, la perfección, ya que era perfectamente capaz de utilizar ambas manos para escribir y de hacerlo totalmente en espejo e incluso de utilizar una y otra mano en un mismo documento. Sin embargo, estudios posteriores, hablan de que Leonardo era zurdo de nacimiento y que fue corregido, convirtiéndole en diestro cultural.
Por lo que se sabe, Leonardo escribía con ambas manos, con la izquierda cuando lo hacía para si mismo y, con la derecha, cuando escribía para que lo leyeran otros, pero, cuando pintaba, lo hacía con la derecha (si realmente era zurdo, le debieron enseñar a pintar con la derecha), aunque podía dibujar con la izquierda, hacía bocetos con la izquierda y siguió enseñando a sus alumnos con esa mano cuando la derecha quedó afectada (mano en garra) (https://www.lavanguardia.com/cultura/20190506/462064046069/leonardo-da-vinci-mano-de-garra-mona-lisa-paralisis-ulnar.html) debido a una lesión en hemisferio izquierdo que no afectó el lenguaje, pero parece ser que, con la izquierda, carecía de la precisión y maestría que tenía con la derecha.
Y por último y abundando más en el hecho de cómo una dificultad, un problema puede acabar convirtiéndose en un “don”, están los estudios realizados por el Dr. Christopher Tyler, especialista en Neurociencia visual de la Universidad de la City de Londres y publicado en JAMA Ophthalmology (https://jamanetwork.com/journals/jamaophthalmology/article-abstract/2707245), que tras analizar autorretratos y obras en las que Leonardo utilizó supuestamente su propia imagen (San Juan Bautista, Salvator Mundi), sugieren que pudo tener estrabismo divergente, aunque otros estudiosos descartan por completo la validez de estas hipótesis, porque no hay certeza de que las imágenes en que se basan sean realmente de Leonardo de Vinci, podría tratarse de un modelo (https://elpais.com/elpais/2018/10/18/ciencia/1539846969_394583.html).
Si realmente tuvo un estrabismo divergente, aunque se ha barajado la idea de que una deficiente visión binocular podría ser una ventaja a la hora de llevar las escenas tridimensionales a una superficie plana como la del lienzo, esto habría contribuido aún más a complicar su organización lateral.
Cerebros tan especiales, tan privilegiados como el de Leonardo da Vinci no abundan y niños que padecen trastornos de lateralidad, presentan estrabismos o son diagnosticados de TDAH tienen la vida bastante más complicada, puesto que esas dificultades, con frecuencia, conducen a problemas de rendimiento escolar, con la consiguiente baja autoestima, que dificulta o incluso impide la estabilidad emocional y la felicidad.
Por tanto, no podemos pensar, “mi hijo tiene problemas de lateralidad, pero Leonardo los tuvo y mira…. uno de los grandes genios de la humanidad…” Sí, de acuerdo, pero no hay muchos “Leonardos”…
Por tanto, mi criterio es seguir tratando esas dificultades: Ayudar a organizar correctamente la lateralidad cuanto antes, tratar los problemas visuales y, en el caso de los niños diagnosticados de TDA-H, intentar buscar posibles causas para hacer un diagnóstico diferencial entre primarios y secundarios, tratarlas y, por supuesto, entender y ayudar a canalizar todo el potencial, toda la creatividad que tienen algunos de estos niños, puesto que nuestro objetivo en conseguir el equilibrio, la armonía entre lo físico, lo emocional y lo mental.
Dra. Mar Ferré Rodríguez
* Mar Ferré es una de las profesoras del curso “Casos prácticos de trastornos de la lateralidad”, sobre el que están abiertas inscripciones.