Una de las habilidades que debemos educar en niños pequeños es la motricidad fina, la capacidad de realizar movimientos precisos con los dedos, la mano o la muñeca. Para el aprendizaje de la escritura debemos conseguir un buen desarrollo de estos movimientos, para los que trabajan músculos, nervios y articulaciones de la mano. Debemos tener en cuenta que una correcta motricidad fina contribuye de forma decisiva a la relación entre el ojo y la mano. Dicho de otro modo, al ejercitar la motricidad fina, mejoramos la relación ojo-mano, con lo que esto implica para la mejora de un buen desarrollo global.
En otros artículos ya hemos hablado de ello: Propusimos una amplia lista de ejercicios para trabajar las habilidades motoras finas, y también cómo se van desarrollando estas actividades con el tiempo, durante los años preescolares, entre otros.
Es importante que en casa se refuercen los ejercicios para desarrollar la motricidad fina, que nos servirán para conseguir realizar la pinza escribana de un modo óptimo para aprender a escribir y –quiero insistir en ello– mejorar la coordinación óculo-manual.
¿Qué podemos hacer en casa?
La pinza escribana requiere de un buen desarrollo muscular de manos y dedos. Y una buena forma de ejercitarlo es estimular al niño para que realice tareas tan cotidianas como:
- · Abotonar y desbotonar
- · Abrir y cerrar cremalleras
- · Atar y desatar
- · Doblar y desdoblar
- · Usar cubiertos
- · Peinarse
- · ….
Fijaros que se trata en todos los casos de actividades que requieren de habilidad con las manos.
Además de estas tareas cotidianas, podemos hacer que niños y niñas hagan otro tipo de ejercicios:
- · Moldear (arcilla, plastilina…)
- · Juegos que impliquen acciones del tipo meter-sacar, coger-soltar, lanzar-recibir, construir, recortar…
- · Juegos con objetos pequeños: canicas, cartas, palillos, cromos, bloques, tangram… Con algunos de estos juegos, además, trabajaremos la percepción visual.
- · …
Un ejemplo sencillo: clasificar diferentes objetos. Llenamos un plato con garbanzos, arroz y lentejas, y le pedimos al niño que coja los granos de uno en uno y los ponga en tres recipientes diferentes. Al ser objetos tan pequeños, estamos entrenando la pinza, la coordinación entre los dedos pulgar e índice, claves para la escritura. Lo podemos hacer con objetos más grandes, como botones de diferente tipo, si el niño es muy pequeño.
Se trata de conseguir un buen nivel de madurez motriz y de una elevada coordinación de nuestro ojo con nuestra mano. Si, por la razón que sea, el niño se acostumbra a coger mal el lápiz, nos costará mucho corregirlo, y podrá tener más dificultades para una buena escritura.
A menudo debemos explicar a los padres por qué en nuestras sesiones de terapia visual realizamos ejercicios motrices, que parece que no tienen nada que ver con la salud visual. Todo lo contrario, trabajando la motricidad fina mejoramos nuestras habilidades visuales. Por eso, en nuestras consultas insistimos mucho en trabajar la motricidad.