La luz azul es parte de la luz visible, la región del espectro electromagnético que el ojo humano es capaz de percibir. La emiten fuentes naturales como el sol y, también, fuentes artificiales, como los dispositivos electrónicos. El ojo humano puede captar, de media, longitudes de onda de 390 a 750 nm. Algunas personas, pueden percibir longitudes de onda desde 380 hasta 780 nm. Así pues, un 25% de la luz blanca es, en realidad, luz azul, un componente natural y necesario de la luz, cuya longitud de onda se enclava entre los 380 nm y los 475 nm aproximadamente (es decir, la parte más baja del espectro de luz).
La luz visible está compuesta por rayos de diferentes colores, el azul entre ellos. La longitud de onda de cada uno de los rayos que componen el espectro visible es diferente, la de los infrarrojos es la más larga y la de los ultravioletas, la más corta. Los colores que percibimos son el resultado del reflejo de una longitud de onda sobre una superficie y la absorción del resto. Es decir, si vemos un objeto rojo es porque su superficie refleja la longitud de onda del color rojo y absorbe la de los demás colores.
Cuando la luz visible atraviesa un prisma se descompone, mostrando los diferentes rayos de los que está compuesta. Los arcoíris son un ejemplo de refracción del espectro visible.
¿Es lo mismo la luz azul-violeta que la luz ultra-violeta?
No. Los rayos Ultra-Violeta pertenecen al espectro de luz no visible y su longitud de onda es inferior que cualquiera de las del espectro visible; más corta incluso que la luz visible azul-violeta. Los rayos UV pueden ser muy perjudiciales para los seres vivos. Según la Skin Cancer Foundation, los cánceres de piel del párpado representan entre el 5 y el 10% del total de los cánceres de piel. Además, el 90% de los signos visibles del envejecimiento prematuro alrededor de los ojos son causados por los rayos UV.
¿Porqué la luz azul es nociva?
Aproximadamente el 25% de la luz blanca visible es de color azul. Dentro del espectro de rayos azulados que la componen, existen diferentes tonos, con una longitud de onda diferente. No todos los rayos de luz azul son perjudiciales para nuestra salud.
– La luz azul-morada o azul-violeta es la que tiene la longitud de onda más corta y, por tanto, es la que más energía tiene. La luz azul-violeta o luz visible de alta energía, puede provocar fatiga y estrés visual, además de la aparición precoz de la DMAE (Degeneración Macular Asociada a la Edad), una de las principales causas de ceguera en el mundo. La luz azul-violeta afecta negativamente a las células que se encuentran en la mácula, un tejido sensible a la luz situado en el fondo del ojo. Es importante saber que las células que componen la mácula no poseen capacidad de regeneración.
– La luz azul-turquesa, sin embargo, tiene importantes beneficios para la salud. Se encarga de “poner en hora” el reloj biológico, que regula los ciclos de sueño/vigilia, la temperatura corporal y, también, los procesos cognitivos y de memoria. Cuando el reloj biológico no funciona como debería, el organismo presenta diferentes problemas como cansancio crónico, desorientación, cambios de humor, alteraciones gástricas, malestar general, etc. La luz azul-turquesa, además, está relacionada con el reflejo de constricción pupilar, un mecanismo de protección natural que tiene la retina para proteger a los ojos frente al exceso de luz. Los rayos de luz azul-turquesa también son importantes para la correcta percepción de los colores y para tener una buena agudeza visual como parte de la luz visible.
Las Pantallas: emisoras de la dañina luz azul
La exposición de los ojos a la luz azul-violeta ha aumentado de forma increíble en los últimos años debido, fundamentalmente, a tres causas:
– Las fuentes de luz artificial emiten en la banda de longitudes de onda de la luz azul más nociva para la retina. La luz visible de los LED y las pantallas de diferentes dispositivos (Smartphones, Tablets, ordenadores…) tiene un porcentaje mucho mayor de luz azul que las luces naturales.
– El uso de luces LED y de dispositivos electrónicos se ha multiplicado en los últimos años. Según un estudio de la Fundación Telefónica, un usuario de Smartphone mira su teléfono móvil unas 150 veces al día. A esto hay que añadirle las miradas a la pantalla del ordenador, a la tele, a la tablet… Además, estos dispositivos se usan en distancias cortas, muy cerca de los ojos, lo que aumenta el grado de exposición.
– La irrupción de los dispositivos electrónicos que emiten tanta cantidad de luz azul-violeta se ha producido en muy poco tiempo, sin dejar tiempo suficiente para que el organismo cree mecanismos fisiológicos de compensación para protegerse.