La historia de la optometría tiene un origen milenario. Griegos, romanos y árabes empezaron a utilizar lentes al darse cuenta de que con ellas algunas personas conseguían ver mejor. Nombres como Al-Haitham, Bacon, Leonardo da Vinci, Galileo, Kepler, Benito Daza de Valdés, Snellius, Descartes, Newton y otros firmaron avances que permitieron la evolución de la óptica, que todavía hoy avanza con la aplicación de nuevas técnicas de fabricación de lentes. En 1901 se reconoce la profesión de la optometría por primera vez en Estados Unidos.
Y en 1951 se produce una revolución. El doctor Arthur M. Skeffington cambió el paradigma de la optometría, al aportar una nueva manera de concebir la visión, mucho más allá del ojo como órgano. Para Skeffington, la visión es mucho más que el simple “ver bien”, y hablaba de la capacidad de entender e interpretar los estímulos visuales que capta el ojo. La base de su teoría es el hecho que el organismo entero reacciona al estímulo luminoso que capta la retina, con lo que conceptos como el movimiento del cuerpo, el desarrollo motor o el aprendizaje toman otro sentido y amplían el concepto básico de la optometría, que a partir de entonces empezó a desarrollar la terapia visual. Fue la base de lo que después pasó a llamarse optometría comportamental, que centra su atención, además de la salud visual, en el comportamiento del cuerpo ante los estímulos visuales que captan los ojos.
El concepto desarrollado por Skeffington ha evolucionado mucho durante todos estos años. La práctica clínica y las investigaciones que avalan la terapia visual han permitido mejorar las técnicas que se utilizan en las consultas, a la vez que ha permitido abrir nuevos campos de trabajo, como la visión deportiva, que aporta nuevas técnicas que permiten mejorar el rendimiento de los deportistas.
Una de las consecuencias de esta evolución ha sido la necesidad de abordar los problemas que presentan algunos pacientes de forma multidisciplinar, de compartir los problemas que presenten con otras disciplinas, otros profesionales. En este sentido, la eclosión reciente de las neurociencias nos permite conocer mejor el funcionamiento del cerebro y, por lo tanto, de cómo actúa la visión en este órgano. Esto supone nuevos retos para la optometría, que evoluciona de tal manera que para algunos hay que empezar a hablar de neuro-optometría, concepto que amplía y abre nuevas maneras de trabajar en nuestras consultas, y de colaborar con otros profesionales.
Me interesó especialmente escuchar al optometrista argentino Mariano Canegallo en los recientes congresos de ORTOS en Bogotá y de COMOF en Guadalajara (México). Es un especialista de referencia en visión deportiva, y le avala su actividad profesional con deportistas de diferentes disciplinas. En esta entrevista, nos habla de la aportación de la optometría especializada en el deporte, y de la evolución que él considera necesaria hacia el concepto de la neuro-optometría.