Como en tantas otras cosas relativas a la salud, cuando hablamos de visión resulta muy importante la prevención. Cuanto antes detectemos problemas visuales en un niño, mejor podremos abordar estos problemas. Más aun, si tenemos en cuenta que estos problemas de salud visual afectan al aprendizaje y, por lo tanto, al currículum académico de un niño. Una eficaz labor preventiva evitará problemas que van mucho más allá de la estricta salud visual.
Es evidente que el ámbito familiar es clave. Sin embargo, la escuela es, por las actividades que hacen los niños, un excelente observatorio que permite detectar problemas visuales para que puedan ser tratados. En este sentido, el papel de la maestra, que es quien convive más horas con los niños después de la familia, resulta de suma importancia. La observación simple del aspecto de los ojos ya da pistas: si un ojo gira hacia dentro o hacia fuera, si los ojos están enrojecidos o lloran excesivamente, si el niño frunce el ceño al mirar algo en detalle… Son signos o síntomas que indican la existencia de alguna anomalía. Del mismo modo, si se observa que el niño se queja frecuentemente de dolor de cabeza, o que se marea, ve borroso o padece de escozor en los ojos después de leer también indican la existencia de algún problema visual. Algunas de estas pistas son evidentes. Otras, no tanto: A menudo, una mala escritura o confundir la derecha con la izquierda también indican la presencia de alguna anomalía.
El listado de signos y síntomas de la presencia de alguna anomalía visual es larga. En esta misma página web podéis acceder a la guía del educador, que contiene el listado detallado y que puede ayudar a maestros y profesores a detectar problemas visuales en el Aula. Periódicamente, organizamos talleres destinados a educadores para que les resulte más fácil la detección de estos problemas y para saber cómo deben actuar una vez detectados. En este sentido, lo más indicado es avisar a los padres para recomendarles que un optometrista les haga un examen funcional completo de la visión del niño. Un buen examen optométrico permite la detección precoz de problemas que, si conseguimos solucionar, permitirán que estos no afecten al proceso del aprendizaje del niño. Se trata, en definitiva, de evitar llegar tarde al abordaje de estos problemas.
