Las vacaciones implican, entre otras muchas cosas, un cambio importante de las rutinas cotidianas, un cambio de hábitos que podemos aprovechar para cuidar nuestra vista.
Un buen cambio es reducir el uso de las pantallas. El exceso de trabajo que le pedimos a nuestros ojos al estar largos ratos trabajando ante el ordenador favorece la aparición de la fatiga visual, y que reduzcamos de manera notable la frecuencia del parpadeo, que afecta a la humedad que necesitan nuestros ojos. Las vacaciones son una buena ocasión para usar menos el ordenador y no abusar tanto del uso de la vista a distancias cortas. Las actividades al aire libre, más frecuentes en vacaciones, son una buena ayuda.
Además, si vivimos en una ciudad, la contaminación también afecta a nuestra vista, a lo que debemos sumar el hecho, si es el caso, de llevar una vida sedentaria. La realización de ejercicio físico aumenta el flujo sanguíneo que llega a los ojos, lo que mejora la eliminación de toxinas.
Protección
Una de las medidas necesarias es la protección de nuestra vista. Los destinos de vacaciones más populares (playa y montaña) hacen necesario el uso de gafas de sol, que deben ser de calidad y adecuadas a nuestras necesidades. Las gafas de sol son clave para reducir la radiación ultravioleta que reciben nuestros ojos, y que son nocivos para su salud, como ya contamos en este post.
La alimentación es otro de los hábitos que cambiamos en vacaciones. Hay que aprovechar el cambio de ritmo para mejorar nuestros hábitos alimentarios: hacen falta vitaminas y minerales determinados para que nuestros ojos tengan buena salud: las verduras verdes, las hortalizas amaraillas o la fruta aportan algunos de los elementos oxidantes necesarios. Comer sano es, pues, una buena inversión para nuestra salud visual.
Tener cuidado de nuestra vista es necesario todo el año, pero las vacaciones, sin duda, son una buena oportunidad para mejorar nuestra salud visual. Es bueno que lo tengamos en cuenta durante nuestras vacaciones.
