Sin una buena base prelateral, es muy difícil desarrollar una buena organización de la lateralidad. Los niños que están en fase monolateral alternante, independientemente de la edad, no están lateralizados, sino que se encuentran en fase prelateral y tienen un problema de lateralidad, aunque tengan mano y ojo dominantes en el mismo lado. Pero su lateralidad no está determinada, hablamos de lateralidad no definida.
La lateralidad se empieza definir entre los 3 y 5 años porque se necesita un nivel de función cortical mínimo, y se desarrolla desde los cinco hasta diez o doce años.
Antes de hablar de lateralidad es muy importante hablar de las vías cruzadas de conexión contralateral, que utilizan los órganos que tenemos doblados, como la visión, la audición, o los movimientos motores. Para el buen funcionamiento de estas vías cruzadas es muy importante el papel del cuerpo calloso, la parte del cerebro que contiene las conexiones entre ambos hemisferios cerebrales. Para facilitar la función del cuerpo calloso, es imprescindible, como paso previo a la lateralidad, integrar el esquema corporal y todas las estructuras dobles (ojos, manos, piernas, oídos…).
Dicho de otro modo: El lado derecho tiene que saber lo que esta haciendo el izquierdo, y viceversa, para no interferirse, y de este modo poder expresarse en palabras o que la mano pueda realizar una acción de forma cooperativa.
En muchos trastornos de lateralidad se observan fallos de relación interhemisférica de conexión contralateral.
Al nacer partimos de un punto muy primitivo y debemos de empezar a construir la lateralidad, recorriendo todas las fases previas a la lateralización: monolateralidad, bilateralidad, lateralidad.
La lateralidad nos permite trabajar con las coordenadas espacio-temporales, lo que nos permite ubicar e interpretar la información. Cuando fallan dichas coordenadas se produce tendencia al desorden
También podemos encontrar lateralidad mixta, contrariada, o personas ambidiestras. Son trastornos que muestran que la lateralidad no está organizada y se tiende al desorden y a las dificultades de aprendizaje. Un ejemplo de signo de lateralidad no organizada son las inversiones de números y letras (confundir la-al).
La lateralidad no definida, que se hace evidente cuando alguien utiliza un lado u otro del cuerpo, indistintamente, para realizar una misma acción.
En el caso de los ambidiestros, pueden llegar a ser un gran músico, un gran cirujano o un excelente deportista, siempre que haya orden y una correcta función del cuerpo calloso. De no ser así, los ambidiestros pueden compararse con una empresa en la que mandan dos jefes que no se coordinan bien, con lo que el funcionamiento de la empresa tiende al caos.
Por estas razones, en nuestras evaluaciones, debemos ver en qué punto del desarrollo se encuentra cada niño, en qué etapa de la organización de la lateralidad está, para, a partir de aquí, conducirlo mediante un programa adecuado de terapia a la lateralidad hacia una correcta función del cuerpo calloso y a un buen manejo espacio-temporal y de los códigos alfanuméricos.
El papel de la optometría
Alguien puede preguntarse por qué la optometría, que centra su actividad en la salud y la eficacia de la visión, se preocupa por la lateralidad. Los profesionales que trabajamos con la optometría comportamental nos ocupamos de los problemas de aprendizaje relacionados con la visión y a menudo detectamos que la causa de estos problemas tiene que ver con la lateralidad, que afecta también al funcionamiento de los ojos. Los ojos, en definitiva, son una parte que se ve afectada por estos trastornos.
En Conclusión sobre la lateralidad no definida
La lateralidad no definida representa un desafío en el desarrollo infantil, dificultando la organización cerebral y la coordinación interhemisférica. Es esencial reconocer que este proceso comienza desde temprana edad y requiere una base prelateral sólida para su correcto desarrollo. La intervención temprana y la comprensión de las etapas de la lateralización son fundamentales para abordar trastornos y promover un adecuado manejo espacio-temporal. La optometría comportamental juega un papel crucial al detectar problemas de aprendizaje relacionados con la visión, que pueden estar influenciados por la lateralidad. En última instancia, comprender y abordar la lateralidad contribuye significativamente al desarrollo cognitivo y al rendimiento académico de los niños.