Algunos problemas de aprendizaje que afectan a la actividad académica de los niños tienen su origen en los trastornos de la lateralidad. La lateralidad es la distribución ordenada de las funciones de los dos hemisferios en los que se divide el cerebro humano. Es lo que determina, entre otras cosas, si somos diestros o zurdos.
El proceso de lateralización avanza con las diferentes fases del crecimiento. Que un niño gatee o no, por ejemplo, afecta mucho a la lateralidad. En el desarrollo infantil, el proceso de lateralización permite obtener unas referencias claras del espacio y la dirección, lo que es clave, por ejemplo, para poder procesar letras, palabras o números para darles un sentido. Se trata de un proceso que en circunstancias normales debe completarse en el momento que se inicia el aprendizaje de la lectoescritura. Sin embargo, en ocasiones, diversas circunstancias impiden que este proceso se complete, lo que provoca problemas en el aprendizaje que se hacen muy evidentes en la escuela. Hay que decir que en muchos casos aparecen dificultades por querer forzar el inicio de la lectoescritura en niños todavía no preparados para ello.
Un niño con un trastorno de lateralidad parece inteligente, pero presenta dificultades para leer, se cansa, es impaciente… Otros síntomas: Al escribir, el niño desordena o invierte palabras, letras o números; utiliza excesivamente el dedo para leer, tiene dificultades para recordar las palabras y su ortografía, se salta líneas enteras o palabras… Incluso, a veces, los síntomas que padece provocan que se le diagnostique dislexia o TDAH, cuando el problema tiene otras soluciones.
Para superar esos trastornos, la optometría comportamental actúa con programas personalizados e individuales que permiten corregir los problemas visuales y de lateralidad que generan los síntomas citados. Un completo examen optométrico sirve para precisar cuál es la anomalía y su causa y, a partir de aquí, diseñar una terapia específica que permite poner en orden las dos partes del cerebro, para que trabajen como una unidad.
Los trastornos de lateralidad más frecuentes son la llamada lateralidad contrariada (un niño de natural zurdo pero que escribe con la mano derecha), la lateralidad cruzada (mano y ojo dominantes están en distinto lado), la lateralidad mixta (no están definidas las dominancias y usa los dos lados indistintamente), o la lateralidad tardía o pre-lateralidad, cuando el niño no está lateralizado.
Es habitual que estos trastornos requieran de un tratamiento multidisciplinar, con la participación de diversos especialistas. Cuando uno de estos trastornos afecta a la visión, el trabajo optométrico permite reorganizar el proceso de poner en orden las funciones visuales, motoras y auditivas, además de la lateralidad, con lo que esto supone de mejora del aprendizaje y, por lo tanto, del nivel de bienestar y felicidad de un niño.
De todos estos temas vamos a hablar en el curso que organizamos des del Aula de Formación: “Lateralidad y aprendizaje: 100 preguntas – 100 respuestas”.