El Tangram, ese juego compuesto por siete piezas (un cuadrado, cinco triángulos de medidas diferentes y un trapecio), aporta beneficios importantes en el proceso de aprendizaje de los niños. Esta es una de las razones por las que el Tangram se usa todavía hoy en centros educativos y en consultas de profesionales que trabajan en el desarrollo infantil. Pero, ¿cuáles son estos beneficios?
El Tangram desarrolla la profundidad. Es útil para el desarrollo de la habilidad de distinguir entre la figura y el fondo, la distancia entre objetos y la profundidad. Es, por tanto, un buen “entrenador” de esta habilidad visual.
El Tangram estimula la memoria. Al niño se le puede pedir que observe durante un tiempo el modelo y lo reproduzca de manera exacta, lo que estimula la memoria visual, una habilidad importante en los procesos de lectura y escritura.
El Tangram potencia el desarrollo de las nociones espaciales, los conceptos de arriba, abajo, derecha e izquierda, que son nociones básicas del espacio. Al colocar las figuras, el niño va asimilando estas nociones, y aún más si se le verbalizan los conceptos cuando le sugerimos dónde debe colocar cada pieza.
El Tangram mejora la percepción, que entendemos como la capacidad de interpretar y comprender los estímulos que recibimos a través de los sentidos. El juego permite que el niño observe piezas y modelos y desarrolle su capacidad de interpretar al ubicar las figuras.
El Tangram mejora la atención y la concentración. Podemos empezar por figures sencillas e ir aumentando la dificultad, lo que permite que el niño centre su atención en el juego.
El Tangram potencia la coordinación visomotora: al jugar se trabaja la precisión en los movimientos simultáneos de ojos, manos y dedos, que son necesarios para otras actividades, entre las cuales la escritura.
El Tangram, finalmente, desarrolla la creatividad. El juego puede replicar modelos ya existentes, pero con el tiempo permite crear figuras nuevas, partiendo desde cero, lo que permite también el desarrollo de la abstracción.
En definitiva, este juego clásico, inventado en China en el siglo VII, permite fomentar el desarrollo de habilidades para el aprendizaje de forma lúdica, fácil y económica, además de potenciar la manipulación de materiales y la formación de ideas abstractas. Una gran herramienta para utilizar tanto dentro como fuera de la clase.
Fuente: Blog “Elige educar”, a partir de un texto de Camila Londoño.