Memoria y Sentidos: Es evidente que la memoria constituye un factor de gran importancia en el proceso de aprendizaje. Definimos la memoria como el proceso que gestiona el cerebro para recopilar, almacenar, retener y recuperar la información que adquirimos. Si algún trastorno afecta a nuestra memoria, el proceso de aprendizaje es obvio que se ve afectado.
Por lo general, si dice que existen tres tipos de memoria: La memoria sensorial, la memoria a corto plazo, y la memoria a largo plazo.
Memoria sensorial. Se ocupa de la información que llega a través de los sentidos. Por esta razón hablamos de memoria visual, memoria auditiva, memoria olfativa… Es el proceso por el que, por ejemplo, una imagen visual o un sonido permanecen en nuestro cerebro durante el tiempo necesario para ser procesados. Una vez procesado, recibimos nuevas informaciones sensoriales, de modo que las anteriores pasan a la memoria a corto plazo.
En optometría trabajamos la memoria visual, que puede entrenarse y, por lo tanto, mejorar. Es un proceso clave en el proceso de la percepción visual, además de la importancia que tiene en la vida cotidiana: conocemos a alguien y la memoria visual procesa su cara, que luego almacena en la memoria a corto y largo plazo, con lo que podemos identificar a la persona en futuras ocasiones. Juegos como el tangram, entre otros, nos permiten ejercitar la memoria visual.
Memoria a corto plazo. A menudo se la describe también como memoria de trabajo, la que, por ejemplo, nos permite tomar notas de lo que nos dice el profesor en una clase.
Memoria a largo plazo. La información se guarda en el cerebro durante más tiempo. Puede ser episódica (cuándo y dónde), semántica (el conocimiento del mundo), y procedimental (cómo se hace algo).
Fijémonos que estos diferentes tipos de memoria graban información que llega a nuestro cerebro a través de los sentidos. Por ello es tan importante cuidar y ejercitar la memoria visual, como elemento clave en el proceso de percepción.