El papel del educador, como padre o madre o como educador que está ahí.
El educador DECIDE, y punto. Hemos de decidir.
Hubo un tiempo en el que se dijo: “Yo le diré a mi hijo ¿qué quieres hacer esta tarde?, porque así él podrá decidir y aprenderá a decidir en la vida.
Suena bien, ¿verdad?, pues la fastidiamos.
Eso hazlo con uno de 16 años, no con uno de 18 meses. A esa edad no puede agradecerte ni la atención que haces para explicárselo, está en otra galaxia.
Así que debemos vigilar cual es el mensaje que enviamos a nuestros hijos, porque si no lo captan, si no lo “pillan”, no sirve. Y no sirve que luego le digas: ¡te lo he dicho mil veces! A una familia, que vino a verme por quinta vez, les volví a decir lo mismo que en la primera visita, la madre me miro y dijo: ¿eso no nos lo podía haber dicho la primera vez? Ese día aprendí, porque el hecho de que tengamos claro nuestro mensaje no significa que, el otro, vaya a aprovechar nuestro mensaje al 100%.
¿Qué debemos hacer? Tenemos que ser pacientes. Aquella familia fue muy paciente conmigo porque tuvo que venir cinco veces, para aprender, y era una familia con unos objetivos y que si venían era porque les parecía que era útil.
El educador decide y eso suena bien, pero a nivel neurológico ¿qué significa que decidamos, desde fuera? Las redes neuronales se montan sobre la base de la supervivencia, y eso nada más nacer ya funciona, incluso antes, durante el embarazo ya funciona, no se construyen las redes aleatoriamente, salvo que se incida sobre ellas.
Entonces ¿cual es nuestro papel como educadores? Si somos los que decidimos tenemos un papel importantísimo: es crear el programa de aprender a vivir, que no es sobrevivir.
Todo bebé al nacer tiene un programa de supervivencia.
¿Habéis invertido tiempo en enseñar a vuestro hijo a montar una pataleta en medio de la calle en el peor momento del día? No se lo habéis enseñado.
¿Le habéis enseñado a decir: y tú qué sabes? Tampoco.
No le habéis enseñado a chillar, ni hacer esas cosas que suelen hacer, no se lo habéis enseñado.
¿Quién se lo ha enseñado? Una parte: el entorno, porque aprenden por imitación. Por ejemplo: tengo dos años, estoy bien, y no se me ha ocurrido montar una pataleta, pero un día estoy con mi papá, hemos ido a comprar el periódico y veo a otro niño de dos años y medio que dice: ¡papá quiero un coche! Y el papá contesta: ¡hombre, ahora un coche no, cariño, te compré uno hace quince días!. Una explicación estupenda. ¡Pero es que yo quiero un coche!: ¡No ha entendido nada!, daros cuenta, ¡No ha entendido nada! El niño dice: ¡¡pero yo quiero…!! y el papá explica que no sé qué, que patatín y que patatán y bla, bla…
entonces el niño se tira al suelo y grita: ¡quiero un coche! Y monta un cirio. El de la papelería le da una ‘piruleta’ a ver si se calla. Ya tiene una ‘piruleta’, pero no tiene el coche, así que sigue la bronca, y al final el padre, con cara de hastiado dice: ¡¡¡bueno, venga ¿cuál quieres?!!!! Y el otro niño, que no ha montado ningún pollo y está observando, saca una libretita de notas imaginaria y apunta, y lo aplicará en su vida. Es decir, aprenderá a montar un pollo.
¿Qué debemos hacer si nos montan un pollo? Pues decidir. ¡¡Qué monte un pollo!!!, me lo llevo y punto. Estamos en público, pues desaparecer lo antes posible, porque si no aparecen ayudas, que nos van a complicar la vida. ¡Desaparece lo más rápido posible!, no pasa nada, pesa poco ¿no? Así que si es necesario me lo llevo en volandas y ¡¡¡rápido pa casa!!!! Y nada de: ¡parece mentira, el próximo día no te llevo conmigo, que si no sé qué…. ¡Que no entienden nada, nada!. Entiendo que os desahoguéis, pero no os creáis que el niño lo entiende, eso nos lo entendemos entre nosotros, los adultos, porque somos padres y madres y ya tuvimos dos años, ya tenemos una perspectiva de la vida, pero él no se entera de nada, de modo que no hace falta machacarle toda la semana diciendo que el próximo domingo… bla, no se te ocurra pedirme un coche, bla.
Si no se ha salido con la suya, dependiendo del modelo cerebral que tenga es posible que lo vuelva a intentar, pero cuando lo vuelve a intentar, si nosotros decidimos que no hay coche porque no es caso de comprar coches cada vez que salimos, el cerebro aprende que cuando mi papá o mamá pone una cara determinada, usa un tono de voz determinado y una actitud determinada ya puedes montar el cirio que tu quieras: ¡No te sales con la tuya!. Y eso sirve para cuando te dice, a los dieciséis años: “¡este viernes hemos quedado para salir todos!, ¡supongo que me dejareis!”. Eso muestra que está educado, puesto que deja la puerta abierta y no dice: este viernes hemos quedado y ni se os ocurra prohibirme salir. Y le dices: ¡este viernes, no cariño, hoy es jueves y esas cosas se avisan antes, la familia es la familia, tenemos planes, no es cuestión….! Ahora ya tiene una edad y puedes darle una sencilla explicación, breve. El de dieciséis tampoco lo pillará, porque entrará en choque con sus deseos, dentro de su cerebro, pero cuando se le bajen las hormonas, el ‘subidón’, entrará en esas palabras.
Estamos experimentando, papá y mamá, hacen experiencias y de esas experiencias sacamos conclusiones, tenemos que tener unos objetivos. Como decía, la red neuronal se puede montar en programa de supervivencia o de vivencia, el de supervivencia ya viene en el “pack” del nacimiento.
Todos los seres humanos al nacer llevan ese programa de supervivencia que incluye que están dispuestos a aprender cualquier idioma y aceptar las condiciones que les toque vivir. Pero de todas las posibilidades que les toquen, por ejemplo a nivel de lenguaje, de aprender un idioma, si nace en Polonia, las frecuencias auditivas serán muy diferentes de las que tiene en Cataluña, el que nace en Polonia mantendrá una más amplia gama de frecuencias que el nacido en Cataluña, y el cerebro ¿qué hace? ¿mantener todas las frecuencias abiertas por si un día se le ocurre aprender polaco? No, le da un margen, pero las frecuencias que no se usan, se eliminan, no hay posibilidad de aprender ese idioma vía maternal, es decir a partir de que el cerebro dice: ¡eso no se usa!, habrá que apuntarse a una academia, le va a costar una pasta, poner energía que se llama dinero, tiempo, constancia etc., gasto energético elevado, si es vía materna, sale barato.
A la red cerebral le es igual conectarse de una manera que de otra, lo que quiere es que alguien le diga cómo se debe conectar.
Por eso decía: el educador, decide. Decidimos que esto es así, entonces ¿la red neuronal se conecta inmediatamente? No, la red cerebral lo que hace es estar pendiente de nuestros mensajes, como padres y madres, y luego salen a la vida y hacen un contraste, la vida es el contraste y en casa es la oficialidad, el referente fundamental. Ese niño o niña, cada día sale fuera y hace contrastes.
Así que: No tengáis miedo de ser claros, poner pautas, poner límites, no les vamos a reprimir, ni acogotar, no les vamos a limitar en su proceso de desarrollo, no es posible porque cada día salen fuera. El problema que tenemos actualmente es que están más horas fuera que dentro. Si estamos hablando de que papá y mamá son los referentes básicos, ¿qué necesitamos para grabar una red neuronal de una forma o de otra? Necesitamos tiempo.
Pensemos en los abuelos, ¿cómo se comportan nuestros hijos con unos abuelos o con otros? Se comportan de modo diferente ¿por qué? ¿les habéis dado clases, explicado lo que deben, o no, hacer? No, los abuelos se definieron y los niños toman nota que lo que pasa y dicen: Este me pide un beso y me da un euro. El otro me pide un beso, si le digo que no, el abuelo dice: pues te lo doy yo (y a tomar viento), lo del euro ha fallado. Un día se lo pedí y dijo: ¡Que no! ¡Qué se ha creído este crío! y ya no he vuelto a pedirlo.
Así que no podéis coartar sus libertades, su proyecto. Hay que hacerlo muy mal para coartar el proyecto de un individuo y destrozarlo, pero no estamos aquí para eso. Es para animaros: que decir NO, no es ningún problema.
¿Qué no se acepta bien en el mundo actual? ¡Y qué! ¿Es que vamos a dirigir nuestras vidas y nuestros criterios, por lo que diga el mundo? No se rige, una educación en una escuela por lo que dice el mundo, se rige por un programa pedagógico y unos objetivos, y las familias igual. Ahora ya no se hace “el patito feo”, que ha marcado historia en nuestros niños y niñas y ha condicionado a montones de niños, de 8-9 años. Es más difícil que te condicione “Tom y Gerry” porque es absurdo, se mantiene en el juego de caídas y golpes, como sucede con el “correcaminos” no te va a destrozar el cerebro, porque ahí no se humilla a nadie, no se crean rencillas, no se alimenta el odio, ni el resentimiento, ni la ira, solo rompe la continuidad que hace que los niños se rían, como los payasos en el circo que cuanto más se caen, mejor se lo pasan, ¿son sádicos? No, es previsible que cuando tropieza, rompe la secuencia y es divertido, por lo mismo los adultos cuando vamos por la calle y alguien da un traspié, no podemos evitar el reírnos, ¿por eso somos sádicos, nos da gusto el dolor de los otros? Por favor, no nos compliquemos la vida.
Casa, es el referente y no abdiquéis del referente. Las otras casas son los referentes de sus casas, si son diferentes de las vuestras, pues no salís con ellos los domingos. Salimos con aquellos con los que hay afinidad, si salimos con una pareja similar a nosotros y el fin de semana fue un desastre… ¿vamos a insistir? ¿Compensa el follón que montaron los niños y lo mal que lo pasamos?…
Eso es como ir a Disney con tu hijo de 2 años, y hay muchos que van, cantidad de padres con bebés a cuestas, los niños llorando, los papás diciendo:”pero chato si es Disney”. Si te apetece ir, ve tú. A veces dicen “me hace ilusión compartirlo con mi hijo”, ¡pero, si no se entera!, lo único que capta es la cantidad de ruido, el calor, cantidad de imágenes, rotura de ritmos, ¿cómo va a dormir por las noches, con un cerebro sobresaturado de estímulos? Es de sentido común, si quieres compartir con tu hijo el parque que sea, pues hay que esperar que tenga una edad para que puedan recordarlo, como mínimo. Ir al Dragón Khan con tu hijo de 10 años y pegarse 10 subidas, eso va a recordarlo toda la vida, por eso en las atracciones ponen límites de edad. Hay cosas que no se pueden permitir, son entradas de estímulos muy poderosas.
En casa, la pareja decide, y la pareja, como es complementaria, ya suministra suficiente nivel de información contrastada como para que los hijos reciban un contraste constante diario. Si el niño pregunta si puede ir a tal sitio y el papá dice que no y la mamá dice que porqué no: ya estamos, el niño saca la libreta y el boli, por eso a partir de los 12 años nos conoce, no tiene un cuaderno de notas, tiene cincuenta cuadernos con la información que ha ido recogiendo.
Papá y mamá representan lo complementario, si se unifican lo máximo posible, dan una imagen de unidad. ¿Qué es un cerebro? Un sistema complementario, tenemos que ayudar a nuestros hijos a unirse, no a disociarse. La evolución está en la complementación, en la unión, no en la fragmentación. Evolucionar es unir y complementar. Es difícil no evolucionar en la complementación, aunque no es fácil.
Veamos el software: mamá tienen un software porque ha sido educada en un entorno familiar con unas características; papá ha sido educado en otro entorno familiar con otras características, son dos softwars. Si no hay hijos, pues no pasa nada, surge el comentario: “¡pues mira que en tu casa!” y el otro dice “¡pues mira que en la tuya!”, pero cuando viene un hijo: ¡atención que viene con la libreta! La pareja se da cuenta de que tiene que ir de acuerdo por lo menos en algo, y empezamos a unificarnos. A partir de los dos softwars hay que construir uno nuevo, dando más importancia a lo que estamos construyendo que a la historia, sabemos de donde venimos, pero queremos aportar algo nuevo a nuestro proceso de evolución, no tiene gracia repetir historias, es más interesante crear, a partir de lo que ya tienes, y aprovechar todo lo bueno que me han dado para pasarlo a la generación siguiente y subir unos puntos más.
Tenemos un cerebro derecho que entiende la vida de una forma y uno izquierdo que la entiende de otra. Papá lo entiende de una y mamá de otra.
Vamos a repasar esa idea. El primer hijo se parece al padre, ya está ya lo he dicho, así directo, sin miedo. El segundo a la madre. ¡Oh, pues no me gusta! ¡Olvídate de si te gusta o no, son bromitas de la genética!. El primer ramalazo es paterno, puedes no querer verlo, lo que quieras, pero ahí está, ¿100%? No, no hay 100% de nada. Aquí mamá operará de complemento. No debe decir aquello de: No tenía bastante con uno que ahora tengo dos. Eso es identificación negativa, hemos de identificar en positivo, se debe afirmar: hijo/a te pareces a papá que es una pasada, me encanta, por eso me enamoré de él! ¡Cómo cambia el guión! ¡Pero, tranquilo/a que yo te ayudaré a complementar tu percepción, igual que papá me ha ayudado a mí a complementar mi percepción de la vida. Eso requiere años, muchos años.
A nivel de familia, con los años, lo que vas viendo es un fenómeno maravilloso que es la reversibilidad. ¿Cuándo nos comprenderán nuestros hijos? Cuando sean padres. Entonces tendrán la vivencia, y esperemos que la madurez, para reprocesar la información para decir: ¿Cómo os lo hicisteis?, vosotros tampoco dormíais y estabais preocupados por esto y lo otro. ¡Fantástico!, ¡Bienvenidos al club! Lo digo para transmitir que hacen falta muchos años para llegar a esa reversibilidad. Para eso hay que tener la vivencia y luego una madurez cerebral.
Papá da un modelo y mamá otro. Papá puede tener una habilidades propias del hemisferio derecho y ser un hombre creativo, soñador, imaginativo, que está más allá que aquí, aunque está aquí porque lleva años en el planeta tierra y ha entendido que hay que pagar los recibos de la luz, que hemos quedado a las
siete y son las siete, etc. O puede ser mamá la creativa, soñadora, que el tiempo no existe, intemporal, perceptiva, proyecta hacia el futuro, que se mueve intergalácticamente. Por otro lado puede haber un hombre que sea preferentemente de hemisferio izquierdo más activo, lineal, práctico, analítico, lo que toco existe, lo que no toco no existe, o esa puede ser mamá, la lineal, práctica, tangible. Eso no tiene relación con el sexo, sino con las habilidades activadas en el cerebro.
Pueden aparecer niñas sensitivas, perceptivas, soñadoras, que si son de diciembre lo van a tener muy justo por no tener el nivel energético suficiente para tirar adelante, pero tienen capacidad de asumir, el que es sensitivo se lo come, se va comiendo las cosas, el problema surge si hay una indigestión. El que es más lineal, práctico, etc. no come tanto, cuando algo no le sienta bien, lo comunica y punto, aunque lo hace cuando menos te lo esperas.
Ponemos ejemplos de la vida diaria. Por la mañana vas y dices: Víctor, venga arriba, cariño, que hay que vestirse y tu Carla. Y Carla dice: Yo ya estoy, como diciendo: no te confundas, a mí no hace falta que me digan las cosas dos veces, yo ya lo sé. Carla es guerrera, niña lineal, práctica, cuando va a buscar la pelota, consigue la pelota, de lo que no se da cuenta es que ha tirado dos sillas y ha arrasado a dos niños, pero consigue la pelota. A Víctor su madre le ha dicho, con mucho cariño: “buenos días cielito, va, hay que vestirse rapidito, mi amor, pero hazlo enseguida” y lo deja sentado en el borde de la cama con un calcetín en la mano, en el aire. Y el niño está ahí, para él el tiempo no existe, el tiempo es una goma elástica, lo último que oyó es: ¡vístete, mi amor! Y esta frase va rebotando de neurona en neurona, vuelves a la habitación a los 20 minutos y lo encuentras en la misma posición con el calcetín en el aire, o los más soñadores que han convertido el calcetín en una nave interestelar. Le va a caer “un puro”.
Vamos a hacer una reflexión: ¿Quién llegó primero a este planeta tierra, ellos o nosotros? Nosotros, vale. Depende de nosotros cómo vayamos a grabar su cerebro, qué mensajes vamos a meter, depende de nosotros el cómo vamos a dirigir su red neuronal. No podemos decir: ¡es que el niño me ha salido así, el niño es así, me ha tocado! Podemos decir: yo lo he elegido, yo lo planifiqué, o yo abrí mi casa para que viniera un ser maravilloso y se encarnara en este planeta y yo asumo todo lo que venga a hacer. ¡Inventad lo que queráis! Pero, por favor, no digáis “me ha tocao” como si fueras por la calle y “toma, te toca”. Hay unas leyes genéticas que más o menos conocemos por experiencia clínica, nadie se ha molestado en confirmarlo, no hay marcadores genéticos, pero lo vemos, un año y otro, la experiencia de hablar con cantidad de parejas y viendo a sus hijos, te hace reflexionar y dices: es clavado a su padre, hasta que se ha sentado y son tres metros, ha tardado veinte minutos, no es una crítica pero si le dices al niño: por favor, ve a buscar la carpeta “tal”… sabes cuando sale, pero no cuando llega, ni cuando vuelve. ¿Es culpa de él? No, no hay culpa de nadie, no estamos aquí para buscar culpables, sino para intentar entenderlo y entendernos.
Cuando un papá me dice: “se parece mucho a mí, es clavado a mí”, generalmente baja la mirada. Yo le digo: ¡Hombre, fantástico, es el mejor regalo que me hace, identificarse con su hijo, su hijo se va a sentir muy orgulloso de usted, así me gusta!. Pero me comenta el padre: ¡Va a tener los mismos problemas que yo! ¡Como!, ¿Como tu? NO, No es cierto, no va a tener los mismos problemas, es otra combinación genética, son otras circunstancias, es otro proyecto, ha cambiado todo, no estás solo sois dos.
Tenéis en vuestras manos un poder: el poder de decidir. Pero si cada vez que veo a mi hijo digo: “Jo, va a sufrir igual que yo, eh?” Pues si envías ese mensaje…. vamos a ver, cuídate tu, veamos como te podemos mimar, te reciclas
tu… hace falta un pack… es que ellos son espejos nuestros. Cuando nacen no saben un idioma, ¿qué idioma van a hablar? Como su mamá habla un idioma, canta, ríe, durante el embarazo el bebé va grabando unas frecuencias predominantes, ya tenemos un condicionamiento, muy potente, luego se puede desviar, tenemos una red cerebral abierta a aprender, a intentar adaptarse, a disfrutar de la vida, a averiguar de qué va la película. Debemos preparar el camino para que el yo del ser emerja.
En los niños antes de los 3 años no hay un yo exteriorizado, lo tienen interno, no emerge porque las neuronas no están conectadas convenientemente para que el cerebro tenga una sensación de unidad. Imaginad una isla sin caminos ni carreteras, habitada, los que viven ahí no se sienten de la isla porque no saben qué hay al otro lado, ese es el tipo de cerebro. Se van creando caminos que interconectan todos los lugares de la isla, cuantos más caminos hay, la gente puede intercomunicarse más y descubren que no están solos. Nuestras neuronas hacen de modo similar, intercomunicando las diferentes partes, hasta tener la red de autopistas tardamos tres años, aproximadamente, y en ese período el yo no puede emerger. A partir de ese momento, el cerebro se siente unido y emerge el yo que siempre existió, ahora ese yo gira el código.
De 0 a 3 años, por favor definiros. No preguntéis, ¿queréis dar una explicación?, de acuerdo, pero sin abusar, cortita, al otro lado de la explicación no tenéis un ser que escuche a vuestro nivel, escucha a su nivel, que es muy diferente. Pocas explicaciones, pero os parece que decir: “eso no se toca, eso no se dice, esto no se hace”, no queda bien. Pero si empezamos a liarnos con explicaciones como: “ese enchufe no se toca porque hay una diferencia de potencial, que tengamos un disparador automático, no quita que tu no puedas jugar con los enchufes, mi amor”, pensáis que los niños tienen que hacer experiencias. Los productos tóxicos no están al alcance de los niños ¿verdad?, pues visitad las urgencias de los hospitales y veréis, los niños no deben entrar en las cocinas, las mamás dicen: es que llora, no importa, no deberían entrar cuando hay fuego encendido, cuando se calientan cosas, hay grandes riesgos, con ese mismo criterio de seguridad se debería decir: no se toca, cariño. Y les ves enfilando el enchufe, y como tu ya sabes lo que pasa, le dices: “¡ni se te ocurra!” para ir variando la frase y crear una disociación, ves como el bebé frena y te mira, para confirmar que eres el que manda. Porque en casa del abuelo, lo que hace es salir corriendo más rápido hacia el enchufe. Pero él confirma, te ha mirado para confirmar tu cara, tu tono, tu actitud y decidir que es mi madre o padre y cuando dicen no, es no, se cumple. Y si el niño sigue hacia el enchufe porque resulta muy atractivo, no pasa nada, significa que el enchufe tiene más poder que su cerebro.
A nivel perceptivo, el enchufe es más seductor que la capacidad de inhibición de su cerebro, y ¿qué debemos hacer? Pues, apartarlo. ¿Qué hacéis cuando vuestro hijo/a quiere echarse un novio a los 12 años? ¡¡¡Evitarlo!!! ¿NO?, pues no empecéis jugando con los niños de 4 años, que si fíjate ya tiene novio o novia, por favor, no alteremos las cosas
Educar como mínimo son 21 años, para qué adelantar cosas. Cuando tu hija dice, es que quiero tener un novio, tu le dices: Mírame a los ojos, ¡hija mía eso a partir de los 28!. No saben lo que es 28, pero es poner un periodo largo para poder recortar. Nosotros sabemos más, pues ¡utilicemos lo que sabemos!. Tú a esa edad ya le das una contestación, se la merece. No debemos decirle: “Eso es muy complicado, sois muy jóvenes, los novios… y además tu no tienes paga, imagina que salgas a comer unos bocadillos, con qué dinero pagáis los bocadillos”… No os liéis con explicaciones complicadas, que os pueden complicar la vida.
Simplemente: No hay novios a los 4 años, porque luego practican y encontramos preescolares con muchas prácticas, que practican cosas que ven y no deberían ver.
Dicen, ¡es que ahora son más adelantados! Es una tontería como otra cualquiera. No están más adelantados. Esos cerebros necesitan un tiempo de maduración, de desarrollo, de interconexiones, para poder empezar a procesar adecuadamente la realidad de su entorno que es una, no son todas las realidades, es una de las múltiples realidades que existen en el planeta, y que le van a influir. Vuestra casa es vuestra realidad, preocuparos de esa, fuera hay otras múltiples realidades ya las descubrirán, allí hay niños que ven tres horas diarias de tele, que no hacen los deberes o que otros los hacen por ellos, que no tienen hábitos, que viven de renta, de sus habilidades, descubrirán que hay compañeros que van a su bola, otros que chantajean en el patio (si no me traes el coche, mañana no juegas) y los angelitos tienen 5 años. Eso dónde lo han aprendido: Programa de supervivencia, están solos y solos, las conexiones neuronales se hacen aleatoriamente, en función del placer y del displacer. Me gusta, lo hago, no me gusta, no lo hago.
Tenemos un gran papel como educadores, debemos enseñar a nuestros hijos que lo que ahora no les gusta, mañana les será útil y entonces disfrutarán. Estamos vendiendo lo más difícil. Tenemos un cerebro que está viviendo en la etapa sensorio-emocional-motora, así que: siento, percibo, me emociono, actúo. Eso busca el placer o huye del displacer. En esas etapas tenemos que enseñarles que: al poner la mesa no nos planteamos si es placer o displacer, se pone la mesa y punto. Nada de discursos (aquí todos.., no dais ni golpe… que el día de mañana… y bla), algunas madres deciden poner la mesa ellas solas, cansadas de discutir, ¡mal hecho! Te va a quedar adjudicado, el niño te dice: el otro día dijiste que para no discutir, la ponías tú, ¡pues ponla!, y la madre dice que es descarado, no es descarado, te acaba de devolver lo que tú dijiste, nada más.
Decimos: ¡Cuidado con la amenaza, cuidado con el castigo, cuidado con el rechazo, con la negociación, cuidado con la humillación! No lo utilicéis, hemos aprendido que no es el camino, lo que debemos intentar que esté presente en nuestras vidas es el amor. El resto de energías son muy poderosas, pero no son las que te ayudan a evolucionar. Puedes ser poderoso desde el odio, por supuesto, puedes arrasar, tener imperios, y es una energía muy baja, no te va a ayudar a evolucionar, no es una energía que te permita volar, ni entenderte a ti, ni al otro. Te vas a mover en círculos cerrados, eso sí con placeres totales, hasta que un día el cerebro esté cansado de esos placeres y quiera otras cosas.
El núcleo familiar se define y decide, si hago una experiencia errónea, pues rectifico, no pasa nada. ¿Me disculpo ante mi hijo? ¿Te vas a disculpar, ante un niño de 4 añitos? ¿TÚ? El que se la juega cada día, el que financia el proyecto, el que se come todos los marrones, el que está en primera línea, el que decide, el que se angustia… ¿vas a pedir perdón a un niño de 4 años? Pero si no te va a entender… lo único que entenderá es: Tengo poder, veremos lo que puedo conseguir (programa de supervivencia).
Si queréis disculparos de algo con vuestros hijos, esperad a que tengan 21 años, te lo sientas delante, le coges las manos, le miras a los ojos y le dices: “hijo, hemos intentado hacerlo lo mejor posible, pero la hemos pifiado en una cantidad de cosas que hemos visto, pero tú también habrás visto algunas otras, así que te pido disculpas por todos los errores, que se hicieron por falta de experiencia y que intentamos corregirlo, me encanta ver cómo estás, dentro de la chapucilla que hicimos, eres una maravilla”. Esperas a que pueda entenderte mínimamente, que lo pueda valorar. Pero no ante un niño pequeño, encima te dirá: “y no lo hagas más” hay niños que están haciendo esas cosas, es que se lo ponéis a tiro.
Los hijos e hijas van creciendo y se van desarrollando, pautados por vuestros criterios y vuestro cariño, y ellos ya irán entendiendo el mundo, comprendiendo la complejidad, pero cuidando el vínculo familiar, es más importante que los vínculos sociales.
Yo me he ganado fama de ser drástico, es necesario, para relativizar ya estáis vosotros, los padres.
Cuando salen del colegio llevadles rapidito para casa. No fastidies, hay que ir al parque. ¿Qué hay en el parque? ¿Hay educadores que juegan con los niños y dinamizan los juegos, que ponen normas, que pautan, que vibran con ellos, que los valoran? O están los depredadores de turno, con la pala en la mano repartiendo, quitando los cubos, y pisando lo que no tienen que pisar. Ya tienes bastante con educar a los tuyos, no quieras dar lecciones a los demás padres, te dirán: Oye, a mi hijo no le digas ¡Nada!, a mi hijo ni lo toques. En el parque, no hay educadores, los que hay están hablando entre ellos, por tanto no se están ocupando de los niños, y los niños que hacen: sobrevivir.
Los más inocentes vienen y dicen: ¡Mamá, ese niño me ha pegado, dile algo! Y la madre dice: ¡Bueno, no pasa nada, no te ha hecho mucho daño!-Son cosa de niños – anda ve a jugar -¿yo? – ahora no quieres ir a jugar, mira que eres pesado, ¡lo haces para fastidiarme! No es un adulto es un niño que ha venido a pedir ayuda, porque allí hay un animalote, descontrolado en supervivencia que me fastidia, que va a por mí y no me deja jugar, me tiene acogotado y yo no soy fuerte para partirle la cara. Y le dicen: ¡ve allá y dale!. ¡Como le voy a dar, si me pasa un palmo! ¡Si mi esencia no es la de la violencia! Hay cerebros que pueden reaccionar y responder con violencia, pero hay otros que solo de pensarlo se hacen daño a sí mismos. Si eso es lo que hay en el parque, no vayáis a esa hora, o buscaros un parque más tranquilo, para poder jugar con vuestros hijos. Si lo hacéis ¿qué sucede? Que empiezan a venir otros niños, dicen ¿puedo jugar? Corre la voz ¡Educador a las doce! ¡Un educador que manda, que pone pautas!… Y ves a tu hijo que te mira y dice: ¿Y yo? Estás educando a todos menos a tu hijo.
Preguntaros ¿qué hacemos en el parque? Si os lo contestáis, oye, seguid yendo al parque…. Sabiendo lo que obtenemos del parque, hay horarios, ambientes, otras posibilidades. Actuad como educadores. Allí al fondo hay unos columpios, tu hijo tiene una percepción global que es una pasada, ya está sonriendo, se imagina balanceándose. En el horizonte aparece un ser poderoso, que empieza a correr en dirección a los columpios. Tu hijo capta la trayectoria, no sabe geometría, pero ha calculado correctamente y dice: ¡no quiero ir!, ha percibido la presencia de un depredador y no quiere entrar en lucha, no tiene esa capacidad activada en sus genes.
Nosotros estamos ahí para educar en lo complementario. Pero no sirve que le digamos: tu vas allá, te pones al lado y al cabo de un rato, le dices que se baje y tu te subes, ¡vale! Y te estás 15 minutos, para dejar bien claro que también tienes derecho. Ese sistema no le va, es no conocer el tipo de hijo que tienes.
¿Quieres enseñarle? Es fácil. Le dices: ¡Vamos a columpiarte un ratito, me hace ilusión! Le coges de la mano y caminas hacia el columpio. Te pones al lado, a la espera, el niño se va relajando porque tú has tomado una decisión. El depredador va mirando de vez en cuando como diciendo: yo estaba primero. No pasa nada, somos adultos y debo entender a ese ser maravilloso que está ahí columpiándose, así que le voy a dar 10 minutos, durante los cuales doy conversación a mi hijo o canto o silbo, le enseño a esperar, que va muy bien. ¿Tú quieres algo? No te preocupes, lo vas a conseguir, te enseñaremos a esperar. Al cabo de un rato le digo al niño: ¡Muchacho llevas ya 10 minutos, ya puedes bajar, ahora le toca a mi hija! Normalmente no hay dificultad, se baja, en caso contrario puedes ir más adelante, sin llegar a la violencia. Tu hija ha captado una cierta violencia ambiental y dice que no quiere subir, tu tranquilo (aunque no esté ahí Mombiela para enseñarte) la subes al columpio con tranquilidad, con dulzura, tú estás a su lado y no muevas el columpio hasta que se tranquilice, le has enseñado que es lo que hay que hacer. Eso es enseñar.
Si tienes dos hijos, hay uno que se busca la vida y acaba columpiándose y el otro que no logra columpiarse más que en invierno y lloviendo. Son dos formas diferentes de percibir la vida. El que funciona por percepción amplia, hay que enseñarle a hacer trayectorias a corto plazo, objetivos más directos. Al que tiene facilidad para ir a corto, es decir, estímulo-respuesta, hay que enseñarle a dar más vueltas, a buscar otras alternativas. Te dirá que ya está, ya lo ha conseguido. Tú le dices: ya sé que lo has hecho pero debes aprender que hay otras muchas maneras de hacer las cosas.
Tan costoso energéticamente es enseñar a tu hijo a buscar alternativas, que ayudarle a tomar decisiones lineales y mantenerse. Mínimo 21 años. No desfallezcáis, sed constantes. A los 21 tiene más madurez que a los 20 y así sucesivamente, no es que al llegar a los 21 es ¡¡¡Tachan!!!, es algo progresivo. Pero nuestra misión es educar en la complementariedad. Todas esas habilidades que tienen nuestros hijos son dones, y hemos de educarles en los dones complementarios. Todos los cerebros tienen todos los dones, pueden variar las dosis, la facilidad, etc. Educar en la complementariedad se puede hacer, no es algo imposible, nació así y así será. No, eso es una especialización, y eso muestra un fracaso en la globalización, lo mas importante es el desarrollo global, y en esa globalidad puede haber cientos de especializaciones pero una especialización no debe ser admitida como objetivo, superior a un desarrollo global.
Con los pequeños de 3 a 6 años estáis en una época vivencial, en la que el vínculo familiar es más importante que el vínculo social. Te dice: sabes mamá, Carla me ha invitado a su casa ¡Que interesante! ¿Puedo ir? No, ahora vamos a casa. ¡Oh, pero yo quiero… No contestéis, ya le habéis dicho que vamos a casa, si contestas habrá réplica. Hemos dicho que lo que se dice, se cumple ¿no? Ya hemos dicho que vamos a casa. Nada de –otro día- tienen que aprender a frenar, aprender a esperar, lo que pida no se debe materializar en la realidad. Hay un montón de niños que están organizando las agendas de los padres.
Tenéis que tener claro que no estamos a su servicio, grabarlo a fuego. No estamos para servirles. Estamos para amarles, para educarles, para realizarles en el mañana, para enseñarles que esto es más grande de lo que imaginan. Que estamos en una bola ahí suspendida, que esto forma parte de un sistema, este sistema de una galaxia, que no sabemos cuantas galaxias hay. Esto es una pasada.
El mundo es grande, pero ahora hay que decir que no toca, no les habléis de galaxia, que no les cabe en el cerebro. Te llega un niño de 6 años y te dice: es un problema muy serio el espacio entre los elementos que integran un átomo, es el espacio vacío. Si, hijo mío, es muy duro eso. Preocupados por cambiar cosas, que no les corresponde. Lo que será bueno es que un muchacho/a de 21 se plantee de dónde viene, ¡qué pinta aquí! Y adonde va. ¡Fantático!
Con toda la información que hay, con todo lo que sabemos, vamos a hacer un salto evolutivo, increíble. Hemos de educar a nuestros hijos para tener la mente abierta, para el mañana. No buscando en Internet, si no sabes ni lo que buscas. Educar la red cerebral, que vibra, que siente, que dirige, que se unifica.
“El futuro es China” Y ¡Mi hijo no sabe chino!, ¿tengo que enseñarle chino? No os angustiéis. No hace falta, vive el hoy, el aquí y ahora. Sal de ahí, mi amor, es que yo quiero, es que yo quería, pon el yo quería con la variación sónica adecuada y arrea para casa. Y ya está. Cuando os oigáis, diciendo: chato, que es tarde, vamos para casa… y os diga: oh, un ratito más, a los 7 años. Vais a anticipar lo que pasará cuando sea más mayor (17 años) y os mande un SMS y os diga: se nos ha hecho tarde, ¿puedo venir una hora más tarde? ¡porfa, porfa, porfa!! Te va a faltar tiempo para responder: “te quiero aquí en 10 minutos”. Te envía otro: No contestes!!!!. En caso contrario va a ser un recibe y contesta!!!! No sirve, eso. Es lo que hemos conseguido en las casas, se discute, se discute… y palabras y palabras, y nosotros nos vamos calentando y ellos no.
El lenguaje no sirve, es el quinto nivel de desarrollo, tenemos cuatro por delante: el sensorial, el perceptivo, el emocional y el motor. Esos son los niveles que tenemos que desarrollar. Tú, vive una experiencia y luego le pondrás palabras. Pero si no vives la experiencia, son solo palabras, no hay contenido, no hay nada detrás de las palabras. Queremos educar para que el día de mañana sean personas centradas, equilibradas, pues las palabras tienen que engranarse en vivencias, si no hay vivencia, solo hay palabras. Solo sirven ante la ley y no siempre, si vas al notario y te lo firma, hay una mayor garantía de que sirvan para algo, de otro modo las palabras no sirven.
Y ¿cómo hemos llegado a esta situación en que hablamos tanto y estamos entrenando a nuestros hijos a discutir, en lugar de reflexionar? La idea era buena, pero nos hemos equivocado, así que hay que reconocerlo y ayudar a la siguiente generación a que no cometa el mismo error.
Si tú das explicaciones, das opción a que te repliquen. Si tu decides, no te preocupes te replicarán igual. Pero no es lo mismo decidir que consultar. Si entrenamos a nuestros hijos en las explicaciones acabarán pidiendo explicaciones. Es una especialización de un circuito. Si yo decido y marco, y demuestro con la presencia del cada día, con la constancia, con el vínculo, con el juego compartido, si estoy presente, mis palabras tiene un valor, si no estoy las palabras son solo palabras, que se las lleva el viento. Nosotros hemos de hacer y vivenciar y actuar, más que hablar, si es así la palabra confirma lo hecho. El cerebro graba que después de una vivencia hay una acción y una decisión, luego hay una palabra y esa palabra tiene un valor, está sujeta dentro de la vivencia.
Las palabras son fantásticas, es la última tecnología, que estamos utilizando a nivel cerebral, pero somos muy novatos en el uso de las palabras. Me permitís una bromita: por eso hay un parlamento, que sirven para eso, para parlamentar, pero no hemos concretado que deberían ser parlamentos de escucha, son parlamentos donde no se escucha, o se escucha en función de… no unimos sistema nervioso, dividimos, si continuamos en esa línea, si seguimos abdicando de la unión, vamos a la desintegración. Si mi cerebro está lo más unificado posible, eso me permite percibir la realidad de otra manera, de forma reversible. Como cuando te pedían una redacción, escribe sobre: “el que bien te quiere te hará llorar” y te ponen un 10, ¡y qué!, hasta que no eres padre o madre, esas palabras no tienen sentido. No intentéis explicárselo, va a tener que esperar a ser padre o madre.
La acción educadora, es movimiento, es actuar, es transmitir una decisión, no os preocupéis vuestros hijos están grabando, si tienes dos hijos, cada uno de los hijos lo graba de forma distinta, y es lo divertido, vas viendo como con la misma frase y la misma entonación, la respuesta no es la misma. Pero si somos constantes acabará siendo la misma. No tocarán la lámpara, por ejemplo, lo que pasa es que uno no la toca porque no se atreve y el otro no la toca, no porque tu lo digas, sino porque yo no quiero. Es igual, no importa cómo, lo importante es que no tocará la lámpara.
Atención a lo que os quiero transmitir ahora. Un día por la mañana, vuestro hijo/a dice: “Mama no quiero ir al colegio”. Yo os pregunto: ¿Va al colegio? Y digo SI. Y lloriqueando os dice: “es que el cole… no quiero ir”. ¿Va al cole? SI, “es que tengo fiebre” ¿Va al cole? SI… pues esa fuerza hay que recordarla para ejercerla para ser un buen educador. ¿Tenéis claro que tiene que ir al cole? Pues para lo demás: igual, ese poder lo tenéis, pero tenéis miedo, miedo a que se rebote, a que monte un número, que grite, que se pueda frustrar.
Fuera con el miedo: DECIDIR.
En la educación no debe de haber miedo. Es lo peor que puede haber, no deben haber amenazas, porque luego nos amenazarán. No debe haber castigos, os pegarán, agresiones, no porque os agredirán. Humillaciones, no porque os humillarán. Reíros de ellos y se reirán de vosotros. Porque el cerebro aprende y lo graba como algo normal. ¿Qué es normal? Lo que se repite, lo que ha visto. Tanta neurona y tanta tecnología y funciona sobre la base de que lo que se repite es normal, crea la norma. Lo que se repite se hace norma y la norma es el referente y gracias a los referentes el cerebro procesa la información, sin ello el cerebro no podría procesar porque no sabría ni a donde va ni de donde viene. Necesita referentes. ¿Cómo grabamos lo que es normal? Repitiéndolo cada día.
Pongamos un ejemplo: “No se toca la lámpara”, repetido, se establece que no tocar la lámpara es lo normal, y cuando vienen los amigos a casa, tu hijo les dice: podéis pensar lo que queráis pero la lámpara ni se os ocurra tocarla. Descubrirá que en otras casas, la lámpara se toca, es una manía de su casa que no se toca.
Y que pasa con el sofá: el sofá no se pisa o sí. Pero luego no podéis decir:¡Oh!, ¡que pena, cómo habéis dejado este sofá! Si le dejas pisotear el sofá, lo que tienes que hacer es ahorrar, para comprar uno nuevo, ¡y ya está!, pero no les machaquemos, el error es nuestro, sirve para sacar conclusiones sobre lo que permitimos. Luego vamos a casa de los abuelos y tu hija se monta sobre el sofá, tu le dices: “chata, baja del sofá” y ella dice:”No, si la abuela me deja”. La abuela está por allá y dice “Si, yo le dejo”. ¿Qué haces? Puede ser algo simple: oficializarlo: “Mamá ¿Tu le dejas saltar sobre el sofá con los zapatos?” “Si”; y tu le dices a la niña “Hija mía, salta, pero acuérdate que en nuestra casa no se salta en el sofá”. Otra respuesta puede ser que os sentís jabatos y os sentís con ganas, le dices: “No se salta en el sofá, ni en esta casa, ni en ninguna”. Y así ganáis puntos frente a vuestros padres, porque habéis puesto una raya, ahora eres padre y madre, cuando entras en esta casa, ya no eres hijo, tú manifiestas que no quieres ser hijo a ese precio, porque ahora soy un padre, y el código de padre está por encima del de hijo. Es una autoafirmación, es un gustazo y si los abuelos están donde deben estar, se sentirán orgullosos de nosotros, porque entenderán que es nuestro momento, el de los jóvenes que toman el relevo y las riendas de su vida. Ahora nuestro papel es diferente. Pero en la vida hay de todo y a veces también hay que aprender a ser abuelo.
Esa energía que tenéis, utilizadla decidiendo, pero no intentéis que lo comprendan, no lo pueden comprender.
Cuando tengáis dudas, pensad en la escuela. No toméis lo que os digo al pie de la letra. De 0 a 3 años, hay unos objetivos, si son tan espabilados ¿por qué no les ponemos objetivos de 6 años? Porque les fundiríamos los plomos. Y los de 3 a 6 que tan listos son, que dicen cada cosa que te quedas boquiabiertos ¿por qué no le metemos objetivos de primaria y así adelantamos? No, no se puede hacer, porque el sistema no aguanta, no tiene programa operativo para procesar esos datos. Si tenéis duda pensad en eso.
Así que, si tenemos dos hijos y el segundo quiere comerse el espacio del primero. Debe quedar claro que el segundo no debe dirigirse a conquistar el espacio del hermano. Debe utilizaros a vosotros como referentes y no utilizar el hermano. Si el primero es sensitivo y emocional, son los que ceden ante el depredador, un segundo, cuando es guerrero con todos los respetos, su genética es como si dijera: si eres el primogénito, me lo demostrarás, porque voy a por ti, pero si eres digno de ser el primogénito, yo te respetaré… durante una temporada”. Cuando detectamos eso, los padres deben ser el referente del primero y el referente del segundo. No hay que dejar jugar el amor fraterno, que es algo muy serio para el mañana. Ahora el único amor fiable es el paterno-materno-filial, pero al contrario, es decir filial-paterno-materno, no existe. Si el del hijo a los padres no existe porque todavía se está incubando imaginaros que tampoco lo hay el fraternal.
Si tenéis un hijo mayor sensible y creativo y uno pequeño guerrero, el mayor ha montado una torre fantástica y el pequeño ve algo que se levanta del suelo y acelera su gateo y va a por ello. Y aparece la frase mágica: “es que es chiquitín”. ¡Ni chiquitín, ni flores, hombre, eso no se enseña, viene impreso, va solo!. Tenéis que ayudarle a defender sus propiedades y sus espacios físicos, nosotros estamos para enseñar, precisamente, lo que no está impreso. Hemos de educar en la individualidad. Os debéis ocupar de la individualidad del primero, de la individualidad del segundo y así del tercero y del cuarto, si los hay, ¿Y qué queda? Pues poca o nada de energía, hay que buscarse la vida para recargar diariamente la energía, en lugar de hacer marchar a todos al mismo paso, si igualáis es peor, el mayor no obtendrá su reconocimiento y el pequeño irá sobrado, no es bueno.
Si un cerebro vive por encima de su nivel, se desorienta. Lo peor que puede haber es un exceso de poder, te destroza el sistema, porque creas una vida que no eres capaz de manejar, las neuronas te manejan a ti, nunca llegarás a descubrir lo maravilloso que eres, porque quedas envuelto en lo que llamamos un ego enorme. Y hasta que no desmontas ese ego y encuentras tu yo, pasan cincuenta años, si tienes un buen terapeuta al lado, en caso contrario es muy difícil desmontar ese tinglado.
A nuestro alrededor hay muchos educadores, hemos recogido experiencias que nos orientan en las consecuencias de nuestras acciones, no hace falta que me creáis. Teniendo experiencia, a partir de esa experiencia, reafirmaros en vuestras decisiones y vuestros criterios. Sean los que sean, esos son, vuestro núcleo familiar es así y punto, es el que hemos de respetar. Lo importante es decidir, decidir desde el amor, por el bien futuro de cada uno de ellos. Ellos no lo pueden entender, ya es bastante difícil que lo entendáis a nivel de pareja.
La pareja tiene esa complementariedad y con ella vamos educando, sabiendo que yo tengo una manera de percibir y el otro tiene otra diferente, con el tiempo te comienzo a entender más, porque te escucho, fácil no es, así empezamos a unificarnos. Tras 27 años de vida en común puedes decir, sabes que comienzo a entenderte… Es que los dos tenemos razón, y encontramos la unidad, pero, se necesitan años. Hay algunos seres maravillosos que lo consiguen con menos tiempo, yo no he conocido a esos seres, pero los que conozco estamos ahí dale que te pego, te das cuenta de que día tras día, año tras año, vamos pasando, y no está mal la cosa, vamos saliendo, los niveles de conciencia se van aprendiendo a manejar.
La ventaja que podemos tener los educadores es que tratamos a muchos niños, hemos hablado con muchos padres, hemos visto muchas situaciones. Solo quiero transmitir, a los que tenéis vuestra experiencia personal solo con vuestros hijos, una serie de parámetros que pueden ser útiles. Pero sobre todo que el amor no falte, decidid, implicaros y sabed que estáis haciendo una obra maravillosa que es conducir una red hacia el aprender a vivir, una red neuronal, que nadie nos lo dice, pero que es muy serio. La red neuronal funciona sobre una base químico-eléctrico-magnética, de modo que tendríamos que ir con un medidor por aquí y por allá, midiendo intensidades. Vuestras palabras movilizan campos electro-químico-magnéticos. Cuando tu dices: ¡Ven aquí! Se ha de transformar en impulsos electro-químico-magnéticos, que debe desarrollar un desplazamiento del niño hacia ti. Y si se va hacia allí, es que algo está fallando en el mensaje. “¡No, es que está jugando!” Pues es que ha entendido como juego, lo que no es juego, porque cuando lo hace, te ríes y dices “¡qué majo!” y él lo graba como juego, y cuando te quieres poner serio no te hacen caso.
Es nuestro gran papel, mantenernos, ser coherentes, marcar directrices, proyectarles hacia el futuro.
Yo aconsejo un libro, que recarga las pilas, y ayuda a organizarte, se llama “Los 4 acuerdos” y hay un segundo que es “El quinto acuerdo”. Lo ha escrito el Dr. Miguel Ruiz, publicado por Urano.
Una última cosa: Los calificativos negativos, intentemos ahorrarlos en nuestra comunicación verbal. El primero de los acuerdos que el libro propone es: “Sé impecable con el lenguaje”. Si no tienes nada que decir interesante, cállate y si usas el lenguaje, úsalo de la forma más constructiva posible. Para que el lenguaje no se convierta en un virus perturbador, con un mensaje perturbador. Es mejor hablar poco, claro, contundente y con mucho cariño, para que el otro lo pueda procesar mejor.
El segundo es: “No, personalizar”, os será de gran utilidad en especial en la adolescencia. Cuando vuestros hijos, hormonados, os miren a los ojos y os digan, despectiva o burlonamente: “¡tu qué sabes!”. No os lo toméis como algo personal, por que si no saltareis como un muelle y chocareis contra un ser hormonado, que no es vuestro hijo sino una imagen hormonada, holográfica… y hasta que no desaparezca esa imagen no puedes contactar con tu hijo/a. Si personalizas, reaccionarás visceralmente, provocando la respuesta visceral del otro, que lo que más le gusta es descubrir que puede pasarte por encima. ¿Para que le serán útiles las hormonas? Para separarse, para desprenderse del núcleo. El problema es que en nuestra época es muy difícil desprenderse del núcleo. El hormonado dice: “me voy a conocer mundo, tengo energía, tengo poder y tengo una percepción nueva de la vida, ¡me voy!” Ahora es ¿adónde me voy? Por tanto, me quedo con la hormona, con la percepción, con activación, con que yo sé que eres un obstáculo en mi vida, que tú no me dejas desarrollarme, pero me tengo que quedar. Eso es brutal, el adolescente tiene que hacer un gran esfuerzo para comerse eso. No personalizar es bueno tenerlo presente.
Con los cuatro acuerdos tirareis millas. Luego salió el quinto acuerdo. Es una buena lectura. Otra lectura recomendable es “Los mensajes de los sabios” Brian L. Weiss. MD. Es un libro que recuerda otro que se llama “Las voces del desierto” de Marlo Morgan en RBA Editores
Hay que dar a nuestros hijos respuesta sobre temas trascendentes, si no se quedan sin trascendencia. Transmite de una forma bonita su cambio, de ser un médico famoso exitoso, eficaz, formalista, terapéutico, recetador de psicofármacos, con reconocimiento internacional, etc., hace un giro en su vida e incorpora una percepción nueva. Y es bonito contemplarlo. Es un ejemplo de cómo un sistema muy lineal, de pronto gira y descubre que hay otra forma de entender la vida. Os lo recomiendo porque es una persona sensata, es un psiquiatra formalista, que ahora habla del amor por un tubo, su evolución es muy buena. También autor de “Muchas vidas, una sola alma” es otro buen libro y “Caterine”, etc.
Es la forma de entender de nuestros dos hemisferios, grosso modo, conseguir la unidad es la clave, todo lo que nos une es fantástico. Es como cuando abrazamos a nuestros hijos. Es diferente hacerlo de lado que de frente. Hay que hacerlo de frente, para sentir los cuerpos, os daréis cuenta de que de uno casi no sentís su cuerpo, se deshace, se funde, y de otro choca con el vuestro. Si hacéis la prueba con vuestros dos hijos, los pones en el fondo del pasillo y les dices:”Venga dad un abrazo a papá” y ves que hay uno que pone la directa turbo y viene hacia ti a toda marcha y agárrate porque chocará: modelo reactivo-lineal y en cambio ves al otro que también corre hacia ti pero con el freno de marcha puesto, frena antes y te abraza. Cada uno percibe el cuerpo de forma diferente. Uno es: “Yo me sé que existo porque choco con las paredes, y soy rebotado, ese es mi cuerpo”. El otro dice: “qué tiene ese cuerpo que choca con las paredes y sale rebotado, yo eso no lo haré jamás, por tanto no se rebota, y hace bien porque si lo hiciera se destrozaría. Les hemos de enseñar cosas diferentes, al que choca con brusquedad debemos enseñarles a ser dulces, elegantes, sosegados. Al que es dueño de la armonía, de la paz, de la poesía, de la dulzura, debemos enseñarle a dar abrazos intensos, para que tengan el complemento, de lo contrario te especializas y eso es un gran peligro para ralentizar el proceso de desarrollo hacia la unificación.
Pasamos a las preguntas:
La primera es: ¿Qué hacer con el niño que se quedó al borde de la cama con el calcetín al vuelo, en su mano?
Hay muchos en el planeta. Lo que nos dice es que no está aquí, está allá, esta oyendo como el vecino tropieza con una silla, el ruido del tráfico, está en todo, es su sistema: expansivo. Eso es normal. Corresponde a una estadística, pero si nos empeñamos en hacerlo patológico, se convertirá en patológico. Hoy hay un montón de seres maravillosos que se conectan con el universo, diagnosticados de patología. Sacamos patologías de debajo de las alfombras.
Ahora, lo que hay que hacer es educarlo. Primer mensaje, a los 18 años no tendrás que ponerle los calcetines. No imagináis diciendo a vuestro hijo de 18 años: “Cariño, que tienes que ir a la universidad, por favor ponte el calcetín…” Algo haremos entre ahora y ese momento, algo pasará. Por la mañana, no podemos estar diariamente con la bronca porque no se viste a tiempo. Y si hay otro, se impacienta. Y la obra de teatro va creciendo. Pues vístele.
Ya os veo “la ley dice…·” ¡qué ley, si acabareis vistiéndole! Si hay otros, el segundo, si es guerrero, se viste solo y lo hace cada vez más rápido para demostrarle que no es digno de ser el primogénito, si hay un tercero, como ve el panorama y tiene el cerebro reversible, con gran ventaja de ser el tercero, se apuntará según vaya el baile y os interesa que se apunte al eficaz.
Tenemos que ir a por el encantado y estar a su lado, dando instrucciones claras y rápidas, para activarle, con buen tono pero rapiditos, lo que debéis evitar es hacer todo el trabajo, hay que conseguir una clara colaboración, acción. Debemos sobrevivir con dignidad, estamos solos con los tres y hay un horario. Te levantas antes, te pones a su lado y adelante, pero tienes que ver que él participa, no que se deja hacer, y con la constancia y la maduración llegará un día… hasta que le veáis que un domingo aparece y dice: ¡Tachan!!! Me he vestido solo. Muy bien pues a partir de hoy, cada día, mi amor. Ese día ha entrado, pero no sabemos cuando va a suceder.
Sobre todo hay que sobrevivir con dignidad, porque la pareja se va a sus actividades profesionales y llegar al trabajo con la adrenalina subidita, no es aconsejable, nos desgastamos. Eso es como si no duerme, aparte de averiguar porque y si puedes solucionarlo, pues le dejas que duerma contigo, lo acabarás haciendo después de siete días de no pegar ojo, ¡¡¡porque está muy mal que duerma contigo!!!, Porque mañana tienes que ir a trabajar y ya no tienes energía. Si no tienes obligaciones profesionales tal vez puedes hacer lo de: que no, te he dicho que vas a tu cama y toda la noche en vela, o aplicáis el método Estivill, que sin entrar en detalles a algunos niños no les va nada bien, les sienta fatal. Al guerrero que se va a dormir cuando le da la gana, que no tiene horario, puede ser bueno el método Estivill. El que es delicado por causa de un mal embarazo, enfermedades, otitis, es enfermizo, inapetente, no le va el sistema, te buscas tener un problema de largo alcance. Yo confío en vosotros, en vuestros criterios, yo os pongo ejemplos pero vosotros sois los que lo aplicareis a vuestro caso concreto.
Hay que establecer un tono, vuestro hijo atenderá. Si le dices: eso no se toca, con respecto del enchufe, de modo afirmativo, rotundo, el niño atiende, pero si le dices: ¡nooo, chiquitín, eso no es bueno que lo toques!, con voz lastimosa, ¡no os hará ni caso! Si va hacia el enchufe significa que el poder inhibidor de nuestra voz, no ejerce en su cerebro, la reacción electro-química-magnética no se ha establecido, como mucho se ha detenido y te ha mirado. Si a pesar de vuestro tono afirmativo y rotundo, ese cerebro no ha registrado, y sigue en dirección al enchufe, ya lo sabes la próxima vez tienes que estar cerca, para agarrarle, y le paras. Cuando le dices: ¡ven! tienes que estar cerca, para agarrarlo. Nada de explicaciones.
¿Cómo conseguimos que nuestros hijos vayan por la calle de la mano? Pues el día que hace el movimiento de soltarse. Le miras y le dices, “sh, la mano aquí, y le coges”. Por dentro te alegras de que se crea que puede ir solo. Tú sabes que no puede. Ahora sé que tiene deseo de ir suelto, pues mañana, en la zona peatonal: “mira cariño, en esta zona, cerquita mío, te dejo ir suelto, pero cuando te llame, vienes rápido”. Si se aleja y le llamas y ves que la voz no tiene poder, pues vas hacia allá y sin decir nada, le coges. No hace falta gritar: ¡que te he dicho que vengas, ya te lo dije el otro día!!! No hay castigo, hay acción, no hay desprecio, no hay humillación, haces un impacto que guardará. ¿Le dejaremos mañana? No, hay que esperar unos días, en un día o dos no ha madurado su red neuronal, cuando yo lo crea adecuado le dejaré. Porque así es como aprendemos: metiendo la pata. Lo pruebo, para ver si estás preparado, si no es así dejo pasar un tiempo hasta volver a probarlo.
Los que tenéis varios hijos, tratadles en su individualidad. Buscando momentos, juegos, para compartir vivencias, de estar solo con cada uno. Cuando estamos solos con tres o más hijos juntos, entre ellos se van a excitar, hay que buscar actividades tranquilizadoras y no excitadoras. En el patio ya han chillado, corrido etc. en casa nosotros estaremos en medio, defendiendo las fronteras, cuando uno dice algo que no toca, le miro, le sonrío y le digo: que guapo eres, pero ahora no es el momento de decir esas cosas así que cállate.
Puedes ver como algunas familias funcionan al asignarse lugar en el coche, actúan como fieras desatadas: ¡yo, yo, primero, yo aquí!!! También con el timbre de los ascensores, dos hijos corriendo para tocar el timbre del ascensor. El timbre es del adulto. Ahora, un día le digo al mayor: ¡hoy puedes tocar el timbre del ascensor! Y entonces ¡tiene importancia ese permiso!. No uso el botón para machacar al otro, para competir, para insultar, eso no sirve para nada. “Mi padre o madre me han dejado tocar el botón” y el otro no lo ha tocado, que es lo que importa. Al mayor le dejan tocar el botón y al otro no le dejan, y dice: ¿y yo cuando? Respondo: no te preocupes, cuando tengas 6 años, tendrás que esperar dos años. Como no saben de tiempo, esperará el tiempo que tu digas, pero tú, si sabes lo que son dos años diciendo: “¡que no te toca! Que todavía no tienes 6, paciencia hijo mío”. Pero llegará el día en que tenga los 6 años y un día le dirás: “cariño, toca el botón”. Ese día se sentirá importante, y verá que somos coherentes, que lo que decimos, se cumple, que somos referente fiable.
No se gana la fiabilidad diciendo te quiero mucho y puedes confiar en mí, se gana a base de años y estar ahí, sin movernos, diciendo lo mismo. Eso es fantástico, porque tú no te mueves, pero ves como tu hijo o hija va creciendo, va percibiendo de modo diferente. En la adolescencia no tienes que moverte, los inestables son ellos y es su época de inestabilidad oficial, si tu estás inestable son dos sistemas complejos inestables, y si en casa todos están inestables, eso es un follón.
Nos toca ser referentes y estar de buen humor y estar lo más igual que podamos. Os dirán: ¡vale, ya sé que no me dejareis…!!!. Estupendo si ya lo sabe, llega el día en que quiere negociar, dorándonos la píldora, aceptando que tu tienes el poder de decir si o no. Plantea el tema de modo emocional. Y tu le dices ya lo hablaremos. ¡Hay que dejar un espacio, para que las cosas se valoren! Si no hay espacio no se valoran las cosas. ¡Yo quiero esto!, ¡Toma!, así no se valora. Si dice ¡Yo quiero esto!, ¡Ah ¡que acertado, es una buena idea! ¡Si te gusta tanto, para tu aniversario, pídelo! Deberá mostrar que le gusta, manteniendo la ilusión.
Hay que enseñarles a luchar por una ilusión, por un proyecto futuro. Si cada vez que piden algo se lo dan, les enseñamos sobre la base de estímulo-respuesta, funcionarán sobre la base de impulsos, tenemos una sociedad llena de impulsos porque no les hemos enseñado a esperar, funcionamos en tiempo real, lo conseguimos todo instantáneo, compramos entradas para el teatro desde el móvil.
Tenemos que aprender a vivir nuestro tiempo y el tiempo real, es enriquecimiento, esperar, ¡que no perdamos el encanto de una cola!, como cuando vas a comprar el pan y encuentras a un impaciente que dice: ¡me voy, oye! Te pierdes la gozada de aprender a esperar, ver como el tiempo pasa en la atención que se da a cada uno de los que está delante. Es bueno contemplar la vida y no hace falta hacer el justiciero.
Si tienes mucha acción: contempla. Si eres contemplativo: actúa. Si tienes un hijo contemplativo y le dices: chato a poner la mesa. Ese día no cenas. Hay que ayudarle, estar con él, darle el plato y apresarle a que lo ponga, diciéndole dónde lo debe poner, para que puedas darle otro. Pensar que les estamos entrenando para el mañana. Para poder disfrutarlo, pero hay que hacerlo ahora. En caso de no hacerlo o no hacerlo en la dirección correcta, pues hay que marcarse objetivos y los vas cumpliendo poco a poco. Puedes ponerte pancartas o carteles que te recuerden cosas, pero hay que cambiarlas de lugar porque al cabo de los días el cerebro las computa como “normal” y ya no las ve.
Es una cuestión de paciencia y constancia. Lo que debemos evitar es acabar estando a su servicio. Si lo estamos en un porcentaje relativamente pequeño es aceptable, hasta un 70% aceptaría, ya lo iremos puliendo, no lograremos seguramente un 100%, sería una barbaridad. Sería diferente, tener un proyecto financiado, no tener agobios, pero al tiempo perdería interés, no lo valoraríamos, en fin, sería otro lío diferente.
En el caso, como se habló antes, de saltar sobre el sofá, cuando en su casa hace lo que le da la gana y en el cole-guardería no ¿Qué pasa? Es un cerebro que va a tener dos programas de operatividad, es probable que un día entren en conflicto. En el caso de dos abuelos con estilos diferentes, el día que se encuentran juntos, ese día puede presentarse el conflicto. Eso es abonar la situación hacia la esquizofrenia funcional. Es la disociación. Hay una raya, a partir de ella se entra en conflicto todo el sistema, entra en la incoherencia. Hay que procurar ir a la una en casa. A la una en el colegio, pero a veces hay diferencia entre uno y otro, es cuando en una reunión de los padres con la tutora, les dice que se porta estupendamente, es un encanto, que participa, que bla.. y los padres no pueden creer que se trate de la misma persona, no les encaja, es una disociación. ¿Es grave? Falta un tiempo para ver como evoluciona, hay muchas variables, no se puede afirmar nada.
Controlamos al máximo las variables que podemos controlar, las demás las olvidamos, no gastaremos energía en eso. El niño/a va creciendo con dos roles, cada vez con más poder, y el poder es un mal compañero para el desarrollo, cada vez van a tener más problemas en casa porque no hay control, de intolerancias, de impulsos, de autoafirmaciones inadecuadas, de gritos, pero en el colegio ira bien, hasta que un día en el colegio presente conductas del otro entorno, ese día sabemos que ha entrado en crisis, que el sistema se ha despendolado. Hay una disociación funcional que va tirando, hasta el momento en que el cerebro no aguanta esa disociación, es incoherente, crea una incoherencia, al llegar a un nivel determinado el sistema rompe, cada sistema responde a su manera. Por eso animo a la unión, a la unificación, porque es lo que nos da posibilidad de crecer y desarrollarnos, con una coherencia, sabiendo que el mundo es heterogéneo. Fuera está la diversidad, conceptos maravillosos, yo les tengo que dar una referencia para que cuando salgan al mundo tengan un referente y lo enriquezca, lo contraste. No para que salga diciendo; en mi casa me enseñaron la verdad y el mundo está equivocado. No, en casa hay un criterio y debe servir para salir al mundo y descubrir que el mundo es heterogéneo, que es la gran pasada, en el pasado la comunicación estaba más limitada y no había esa posibilidad. Hoy sabemos que lo heterogéneo existe, hay gente viviendo de unas formas muy diferentes a las nuestras. En algunos lugares la naturaleza es coherente y podemos aprender de ella, si llegas tarde a cenar, te congelas, los árboles no se apartan porque un niño lo diga. Hemos sido capaces de crear las mayores incoherencias para descubrir la importancia de la coherencia y eso es lo maravilloso del ser humano. Somos capaces de destruir un río, para luego buscar inversores para regenerarlo. El gran salto de la época es ahora ya sabemos… como niños ya hemos pasado los 6 años, estamos entrando en los 8 con un nuevo campo de conciencia, sabemos que esta es nuestra casa y si no cuidamos nuestra casa, pues no sé… Estamos ahí, no tenemos 21 años como humanidad.
Me afirmo debemos buscar la coherencia, la unidad, es un estímulo para que tratemos de estar lo más unificados posible. Son dos hemisferios distintos que buscan la unidad. Si lo favoreces, la encuentran. La tranquilidad y la armonía están en la unión y no en la disociación.
En el caso de que el niño no tiene una conducta adecuada pero el educador no se comporta adecuadamente, humilla al niño ¿hay que actuar? Si es sistemático, si. Hay que averiguar si ese educador escucha y en ese caso hablar con el, si no escucha hay que ir a instancias superiores. Llega un momento en que la energía que eso requiere es excesiva y es el momento de plantearse un cambio de entorno. Lo ideal es ir a la una escuela-casa, con esa unión podemos resolver cualquier situación.
Hemos de buscar las formas, dejarle claro al niño que hay que aprender a no hacer esto, eres una maravilla, te amo mucho y “tienes que aprender a que tu cerebro no haga eso”. Podemos usar la formula divisoria de ‘ser humano’ y ‘cerebro’, tu eres una maravilla y tienes que aprender a controlar tu cerebro, tus palabras, tu conducta, tu mano o lo que sea. Tienes que aprender y te ayudaremos, no está bien, tienes que aprender… un día nos dice, yo no he sido ha sido mi cerebro, le dices: si cariño ha sido tu cerebro pero tú estás ahí para controlarlo. Mientras hay que buscar qué hay detrás de esas conductas, el porque. Lo que les afecta más es que se sienten desprotegidos, solos, por eso duele, por la desprotección. Hay niños que se afectan más que otros, los que se lo guardan por ejemplo, lo sufren por dentro y eso puede explotar un día.
Los niños necesitan de nosotros pautas claras, mucho cariño, evitar situaciones en las que se sientan solos, abandonados, humillados, censurados, calificados en negativo, también nos afecta a nosotros, pues naturalmente a ellos.
El castigo. Si tú castigas a un niño a su habitación, un día, cuando le llamas a cenar, te dice que tú le has castigado y entonces tienes que castigarlo para que salga, ese día se te ha acabado el recurso. No hace falta castigar, hay unas consecuencias de las acciones. Veamos, cuando un niño nace, no sabe nada de todo eso, ¿Dónde lo aprendió? De o con nosotros en casa o fuera, hay que aceptar eso, no viene como programa añadido a la hora de nacer, no existe, eso se desarrolla. No, chantaje, no negociamos nosotros, son ellos los que deben plantear una negociación, es el hijo que tiene que buscarse la vida para conseguir cosas. Se aprende a negociar cuando él concibe que negociar le va a servir para algo: ir a casa de un amigo, volver más tarde, etc. Ellos negociarán a su aire, no siempre respetando las leyes de la negociación. No hay normas, hay directrices. No hay castigos, hay consecuencias. No des explicaciones de que: mira, si haces esto, pasará lo otro. No lo entienden. Lo que podemos hacer, y funciona, es una parada técnica. Le dices: ven aquí un momento, eso tienes que aprender a no hacerlo, mi amor, (y le retienes mientras cuentas hasta tres).
Tú le dices: a dormir. Y él: oh, pero yo quería decirte una cosa. Ya se consumió el tiempo, mi amor, ahora a dormir. Las explicaciones no se comprenden, lo único que debemos cuidar es que los hijos sensitivos, que están abiertos, según cómo lo digas pueden sentirlo como demasiado fuerte.
Una madre asistente pregunta ¿Cuándo lo van a entender? Respuesta: Nunca. La verdad es que nosotros aquí estamos intentando entender… y somos adultos, estamos en este proceso, con todo el cariño. Estamos todos en ese ajo. No confiéis en el mental, ya llegará, un día de utilizar el mental, ahora estamos en el físico-emocional, nuestra sociedad da al mental un poder brutal, que no debería tenerlo.
No hay castigos, hay parada técnica: Tú, ven aquí conmigo. Ahora continúa con tu vida. Luego por la noche te acercas a la cama y le hablas. Un cerebro cuando está tumbado, es más receptivo, cuando está sentado, no. Vuestros hijos que no cuentan casi nada, cuando están tumbados en la cama lo cuentan todo y más, hay que dar un margen, para que calienten neuronas. Tumbados, se abre el subconsciente. Sentados o de pié, mirando a los ojos está el consciente, es un reto, tumbado, no. Por la noche le das un achuchón, te quiero mucho y: eh! acuérdate, debes aprender. Si replica, no contestes, si contestas se borra lo dicho anteriormente. En las discusiones sucede eso cuando contesto, lo que has dicho antes no sirve.
Con el silencio posiblemente des lugar a que aparezca la reflexión, que nace del silencio, de la contemplación, de la observación, nunca de la discusión. Al discutir con otro puedo reflexionar, pero tengo que estar en actitud de escucha. Con los años nuestros hijos lo harán, pero ahora no sirven tantas reflexiones, ni tantas razones, ni tantas discusiones.
En el cada día lo que hay que recordar es que el poder es vuestro, no debemos abdicar del poder ni dárselo, debemos enseñar cómo se maneja el poder, viendo como lo manejamos nosotros y el día de mañana tengan dos ideas bien puestas y ellos hagan el resto. Ahora toca paciencia, constancia, regularidad, creer en vosotros/as, cuidaros el nivel de energía. Ellos no tienen el poder, vosotros decidís, desde el asiento en el coche hasta como y qué ponemos en la mesa, lo decidís todo. Ellos dicen cosas, escuchadles, a lo mejor tiene sentido lo que dicen.
Si jugamos con nuestros hijos a un juego tranquilo, les enseñamos a esperar. Si jugamos a juegos rápidos, no, son acción. Eso ya lo hacen en el patio y con los amigos, hay excitación. En casa debemos jugar a juegos tranquilos, para crear un clima de paz y armonía, que no se altere esa paz. Hay un entrenamiento, por la mañana hay que activarles, venga rápido, activamos la adrenalina, después jugaremos a juegos tranquilos, por ejemplo, en el juego moviendo los dados, y dicen: venga tira, tú dices: ya va, fíjate bien que va a salir un seis y sigues moviendo los dados. Cuando ellos nos devuelven adrenalina les frenas, ¡no tan rápido!. En casa tranquilidad, hay preguntas, con pausas les daremos respuestas, despacio, tomando oxigeno: ¡que gran pregunta!, la apuntas, no la contestas, que aprendan a esperar.
Están acostumbrados a vivir en adrenalina, con acción, ahora debemos desaprender, fuera ya hay bastante adrenalina. Salen del cole y corriendo de aquí para allá, a casa de un amigo, etc. eso es vivir en adrenalina, cuando interrumpen, cuando hablan, no escuchan, su cerebro ha a prendido a vivir así y luego queremos paz y quietos, decimos: ahora, tranquilos. ¿Cómo vamos a estar tranquilos?. Hay que estar atento y saber si estamos en adrenalina en la acción o en la paz y tranquilidad, si aceleramos por un lado y por el otro queremos que haya paz, no conseguimos nuestro objetivo, hemos de conseguir esa onda a base de constancia. El mundo ya acelera suficientemente, hay que controlar y dar poco juego de consolas y maquinitas, poca TV poca Wii, poco chuche, poco azúcar o alimentos que contengan elementos de peligro como el aspartamo, que no es bueno para el cerebro, sulfitos que están en todas partes aunque teóricamente la cantidad contenida en un alimento es mínimo, se acumula, es un disociador de la conexión interhemisférica, las grasas saturadas de bollos, unos fritos, etc. el sistema va saturado.
Estos días se habla de las microondas, que los teléfonos movibles pueden afectar… en fin las microondas no son algo natural y probablemente no hay bastante experiencia como para saber tratarlo. Así que por si acaso, nos alejamos de las microondas. ¿Qué hace un chico de 6-7 años con un móvil? No debería tener un móvil. ¿Es que el uso del móvil se ha presentado como consecuencia de los estudios de nuestros pedagogos aventajados? No, detrás de eso no hay pedagogía activa, tampoco la hay con la Wii, pero nos han vendido que así jugamos en familia, y luego tenemos tendinitis, porque nuestro cuerpo no tiene tanta agua como el suyo y nosotros con tres rebotes ya tenemos problemas, mientras que ellos tienen mayor aguante.
Utilicemos el sentido común, el criterio, vuestra experiencia, ¡saquemos partido a eso! Sistema que se cierra hay que educarle en abrir. Sistema que se abre hay que aprender a cerrar, el sensitivo, que todo lo capta, evitemos que vea noticias y quede afectado por lo de fuera, terremotos, etc. se angustian y nos preguntan: ¿hay de eso, aquí? No vale decir que tiene que acostumbrarse a lo que pasa en el planeta, tiene hasta los 21 años para hacerlo, no hay prisa.
Gracias por vuestra atención y con mi cariño.
Dr. Josep Mombiela – Instituto Médico del Desarrollo Infantil
Recogido por Eulalia Amat