Una de las herramientas que usamos los optometristas en nuestro trabajo diario son los llamados prismas gemelos. Se trata de unas lentes especiales que desvían la luz y alteran la percepción visual del usuario. Los prismas no cambian el enfoque de la imagen, como sí hacen las lentes convencionales con las que tratamos la miopía o la hipermetropía, por ejemplo. Lo que hacen los prismas es modificar percepción de la posición del usuario en su espacio visual.
Hablamos de prismas gemelos cuando un par de prismas se utilizan simultáneamente en ambos ojos. Lo que hace un prisma es desviar la luz, por lo que, al mirar a través de él, se ve desplazada la imagen más o menos, y en una dirección u otra, dependiendo de la potencia y posición de la lente. A estos prismas les llamamos también prismas posturales, porqué nos sirven para solucionar problemas como la tortícolis, además de dolores de cabeza, vista cansada, síndrome del ordenador, problemas de lectura y aprendizaje o fatiga visual, entre otros.
¿Para que se utilizan los prismas?
Los optometristas utilizamos los prismas para corregir problemas de alineación ocular (ambliopías), o para tratar algunos problemas de binocularidad o cuando la estereopsis de los ojos no funciona. Con los prismas, enseñamos al cerebro a procesar correctamente la información visual que recibe de ambos ojos, con lo que ayudan a mejorar la coordinación binocular, mejorar la percepción espacial o tratar la ambliopía, entre otras cosas. También son útiles para tratar la insuficiencia de convergencia, que afecta de manera especial en el proceso de la lectura, o para abordar problemas posturales asociados a la visión.
Con los prismas, lo que conseguimos es que la persona perciba la información visual de una forma diferente a como la percibía hasta el momento, para desorganizara patrones ya establecidos que no son los correctos y para dar la oportunidad de volver a reorganizar el sistema visual, para que esté bien estructurado. Al llegar a este punto, incluso es posible que los beneficios obtenidos se mantengan aún quitando los prismas. Con el uso de los prismas, el cerebro aprende a compensar la desviación de las imágenes provocada por los prismas, de modo que se mejora de forma gradual la postura corporal, y también la función visual.
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