Con la pandemia de Covid-19 nos hemos acostumbrado a la virtualidad en las relaciones profesionales i personales. Esta circunstancia ha afectado también a mi labor como formadora. No me gusta. La falta del contacto personal en los cursos, el poder interactuar com los participantes, el poder responder a dudas o debatir durante los descansos es para mi algo esencial, lo que da más sentido a los cursos que organizamos o a las actividades a las que me invitan como ponente. Debo confesar que acepté con cierto recelo la invitación de la delegación de la ONCE de Alicante para realizar una formación, que las circunstancias hicieron que debiera ser en formato online. Era un reto: 20 horas de formación distribuidas en cinco días para hablar de optometría, y de la importancia del desarrollo motor en la atención temprana. Sin embargo, una vez transcurrida la experiencia (entre los días 14 y 18 de junio), debo decir que gracias a los alumnos, la experiencia acabó siendo muy gratificante i enriquecedora, y por esta razón quiero dejar constancia de la experiencia.
Nada puede sustituir a la presencialidad, al contacto físico, a los aspectos informales de un curso presencial. Pero la experiencia me ha mostrado que con el esfuerzo de todos los implicados es posible tener una buena experiencia de formación desde la distancia. Muchas gracias a la ONCE de Alicante por haberme permitido vivir esta experiencia.
