Estamos en un concierto y alguien alto que tenemos delante no nos deja ver el escenario. Nos da la sensación que no oímos bien la música que está sonando. Hablamos con alguien de algo serio y nos da la sensación que si nos miran a la cara están más atentos a lo que decimos… Son ejemplos de situaciones que vienen a demostrar que recibimos mejor información si esta nos llega por varios sentidos a la vez que solo por uno.
De hecho, existen estudios científicos que demuestran que los sentidos pierden su eficiencia cuando trabajan de manera individual. Si alguno de nuestros sentidos padece de alguna deficiencia, nuestro cerebro recibe menos información, por lo que nuestra respuesta puede ser menos adecuada ante esta información. Lo que hace nuestro cerebro es adaptarse a nuestro problema para que nos desenvolvamos en el entorno de la mejor manera posible. Es conocido que las personas ciegas tienen mucho más desarrollados otros sentidos que las personas con visión. Su oído, su olfato y su tacto le dan la información que no pueden percibir por la vista.
Del mismo modo que no es igual ver que mirar, tampoco lo es oir que escuchar. Mirar y escuchar implican que nuestro cerebro interpreta la información que llega, la entiende y actúa en consecuencia.
Esta es la base que nos ha hecho que planteemos un curso para profundizar en la relación que existe entre la visión y la audición. Es bueno que los optometristas conozcamos mejor la repercusión de nuestra actividad en el resto del organismo y a valorar cómo repercuta en la visión un entrenamiento de la escucha.
Os invitamos a conocer mejor nuestro curso. “Entrenar la escucha para mejorar la visión. Aplicación de la técnica Tomatis en pacientes optométricos” Tenéis más información aquí.